Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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Recortando. "La era de la mujer". MEGB. M

La era de la mujer

            

           Una típica tarde otoñal, mientras los alumnos del Máster de Formación del Profesorado recibían  su clase diaria vespertina en el Campus de Tafira y mientras cocineros, taxistas, profesores y un largo etc. de demás trabajadores llevaban a cabo su acostumbrada jornada laboral, aparecía en las pantallas de televisión un reputado tarotista. Durante la entrevista televisiva que le realizaban periodistas y demás colaboradores, no cesaban de pedirle que les concediera una lectura de cartas. Sin embargo, lo que no imaginaba el equipo del programa ni los televidentes era lo que éste iba a predecir. Ante la mirada incrédula de cuantos lo presenciaban, el tarotista, leyendo atentamente las cartas, afirmaba lo siguiente: una serie de grandes olas arrasarían gran parte del mundo conocido y éste quedaría devastado por las numerosas muertes que se producirían. Sin duda alguna, se acercaba un cambio radical para la sociedad y para el mundo en general.

            Muchos de los que estaban presentes y lo vieron o lo escucharon se asustaron teniendo en cuenta el prestigio del adivino, otros, en cambio, se burlaban riéndose a carcajadas, o simplemente no le hicieron caso, parecía Laocoonte prediciendo la destrucción ante los propios troyanos haciendo ésos caso omiso a sus palabras.

            No pasó mucho tiempo hasta que la revelación del tarotista se hiciera realidad, sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. Sin embargo, ocurrió algo asombroso: la mayoría de los muertos eran hombres, sólo quedaban unos pocos. Parecía que la naturaleza había querido dejar un mundo habitado y dominado por mujeres. Así lo interpretaron ellas. Pensaban que la historia les estaba brindando la oportunidad de dominar sobre los hombres. ¡A partir de ahora mandarían ellas! Se vengarían así de siglos de sumisión y maltratos por parte del sexo opuesto. Y esto no sólo ocurriría con ellas, sino con las hembras del mundo animal: serían ellas las que domeñaran a los machos, las que marcaran el territorio.

            ¡Por fin serían libres! Ellas, con sus barras de labios y sus esmaltes de uñas, con sus faldas y sus tacones, gobernarían sobre un mundo que, hasta ahora, había sido predominantemente masculino, pues había llegado la oportunidad que tanto habían anhelado. Ya no importarían las dietas, las mujeres con un mejor cuerpo que otro; no importaría si comiesen chocolates, pizzas, dulces… o cualquier cosa por la antes se hubieran preocupado por aparentar o lucir mejor ante ellos. Al fin y al cabo, ellos estarían bajo su mando y, tras siglos de historia, dejarían de ser maltratadas, de ser infravaloradas personal y profesionalmente. Pondrían sus propias reglas.

            Estaban, sin lugar a dudas, en un mundo nuevo: ¡llegaba la era de la mujer!

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