Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Oliver Ruiz Monzón. No lo soñe. Gran Canaria

Un día quede con unos amigos y amigas, fuimos en el coche de uno de ellos. Nos habían dicho que había un orfanato abandonado, fuimos a curiosear. Cuando llegamos, la verja estaba cerrada, se nos ocurrió una idea, cogimos el coche y lo acercamos lo máximo posible a la pared, nos subimos encima y saltamos. Al entrar estaba todo muy destrozado, un montón de cosas tiradas. Tuvimos que romper un pequeño candado para entrar al edificio, fue fácil ya que estaba todo oxidado. Entramos, había mantas tiradas, paredes grafiteadas, sangre, camillas. Nos sentamos en algo que parecía ser el comedor principal. Mientras hablábamos oíamos golpes, parecía que venían de la segunda planta, un amigo y yo fuimos a ver que era. Íbamos muy asustados, subimos por una escalera toda agrietada, pero parecía resistente, íbamos con dos linternas, las demás las dejamos para nuestros amigos, nos estábamos acercando a los golpes poco a poco, mi amigo iba con un palo por si acaso. Cuando nos acercamos vimos que era la parte de abajo de una puerta, que se movía con el viento que entraba por el ventanal roto que había a la izquierda. Bajamos a contarlo. Cuando llegamos al comedor estaban todos nuestros amigos colgados del techo por una cuerda. Las cuerdas y paredes del comedor tenían huellas de sangre de las manos de una persona. Fuimos a la salida asustados, cuando volvimos al comedor con la policía no había nada, ni huellas, ni cuerdas, ni nuestros amigos ¡Nada! Al día siguiente fuimos a hablar con sus padres pero todos negaban tener hijos con el nombre de nuestros amigos, nos denunciaron y nos llevaron a un manicomio.

Mi amigo, a los dos días se suicidó, yo después de veinte años ingresado, me dieron el alta ayer. Hoy relato esta historia, y mañana me suicidaré. Se que no lo soñé, una de mis amigas me había dado un collar, ahora mismo lo tengo agarrado con la mano izquierda. La gente me rehúye, piensan que estoy loco y no puedo vivir con estos recuerdos espantosos.

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