Los secretos, esos que escondemos a todo el mundo por miedo a lo que pueda pasar o como puedan reaccionar los demás. Esta historia trata de una niña llamada lucía, qué, como todas las personas, guardaba un secreto, pero no un secreto cualquiera. Era lunes, un día tranquilo como otros, Lucía llegaba de clase con su hermano Carlos. Cuando entraron en su casa, Carlos se fue para su habitación sin decir nada y ella caminó hasta la cocina, para decirle a su madre que habían llegado.
Entró a la cocina y vio a su madre llorando. Le preguntó que le pasaba y ella no contestó. Lucía se fue a su habitación dándole vueltas a la cabeza, quería averiguar que le ocurría a su madre. Estuvo toda la noche pensando que podría ser.
Al día siguiente, Lucía y su hermano se fueron al instituto. Allí se encontraron con todos sus amigos y amigas.
Lucía casi ni prestaba atención a las explicaciones que le daban sus profesores, seguía recordando a su madre llorando en la cocina. En la hora del patio, estaban todas las amigas reunidas, incluso ella. Pero se le ocurrió fugarse del instituto para encontrar alguna explicación a lo que le estaba pasando a su madre.
Así lo hizo, no le dijo nada a nadie y se echó a caminar para su casa. Al llegar allí, se paró delante de la puerta donde se estaban escuchando gritos y rompiéndo cosas en el suelo. Abrió la puerta muy despacio y caminó sigilosamente hasta donde venían los gritos. Se quedó muy sorprendida, no esperaba ver lo que estaba sucediendo. El novio de su madre la estaba maltratando y no solo eso… ¡Estaba borracho! Lucía salió corriendo de la casa con lágrimas en los ojos, no podía creer lo que vio. El novio de la madre se dio cuenta de que alguien había salido corriendo de allí, así que salió corriendo también.
Llegó a la carretera pero no vio a nadie por los alrededores, cogió el coche y se marchó de aquel lugar.
Lucía estaba escondida en la cabaña que habían construido ella y su padre antes de morir. Se bajó de allí y se fue a dar una vuelta por el parque, a pensar que debía hacer, ya que no quería dejar eso así.
Llegó tarde a casa, su madre estaba sentada en el salón con la tele apagada y en silencio. No quiso decirle nada y subió a su habitación. Tenía la solución, era muy trágica, pero así llegaría la paz para su madre y sobretodo el mal rato que estaba pasando. Al par de días, descubrió donde vivía el novio de la madre. Estaba escondido en un hostal abandonado. Lucía entró por la puerta y… nada más verle, sacó una pistola de su mochila y le pegó un tiro. Ella asustada de lo que había hecho, fue a un descampado, el cual estaba abandonado desde hace muchos años. Hizo un agujero y tiro la pistola dentro. Lo tapó con tierra y se fue para la casa. Al cabo de los meses, a Lucía le estaba remordiendo la conciencia, así que su secreto fue desvelado. Se lo dijo a su madre y ésta dio aviso a la policía. A la niña no le sucedió nada ya que fue por defensa de maltrato. Lucía aprendió que en esta vida no hay que callarse nada, por muy malo que sea.
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