Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Mi historia de amor. Patricia Tacoronte. Gran Canaria

Todo empezó el verano pasado, cuando mis amigas y yo decidimos que teníamos que hacer un viaje. Éramos cuatro chicas solteras y teníamos ganas de pasárnoslo bien. Las cuatro trabajábamos y por primera vez teníamos dinero para poder permitirnos darnos ese gusto. Decidimos irnos a Santo Domingo, porque nos apetecía mucho tirarnos en la playa e ir de fiesta. Durante el viaje en avión, hablamos mucho de lo que cada una esperaba del viaje y básicamente era diversión.

Al principio, llegamos al hotel y nos quedamos sorprendidas. Era un lugar genial, con una piscina enorme y las típicas palmeras que se ven en las películas. Los primeros días nos movíamos solo por la zona más turística y era todo un paraíso. Sin embargo, un día en el que dos estaban muy cansadas, mi amiga Carla y yo nos fuimos a dar una vuelta por la zona menos turística. Lo que vi me impactó muchísimo, allí vi auténtica pobreza y personas que lo pasaba muy mal. Nos sentíamos mal y decidimos volver al hotel, bajamos por una calle y no sé que hice, pero me torcí el tobillo. Me quede en el suelo sentada, porque no podía levantarme del dolor y temía que me lo hubiera roto. Y, en ese momento, apareció él, Un chico inglés, alto, guapo, increíblemente atractivo… Me dijo que era médico, que trabajaba para una ONG y que vivía cerca. Me dijo que le acompañara al Centro de Salud, para que pudiera ver bien lo que me había hecho.

Le dije a Carla que volviera al hotel, porque mis amigas se preocuparían y él me dijo que me acompañaría de vuelta. Pero lo más fuerte de todo es que nunca volví al hotel. Aquella tarde, la pasé entera con él. Me explicó lo que conocía del país, lo que le había pasado en su vida, cómo veía él las cosas… Y yo estaba alucinada de que alguien tan increíble me hiciera caso. Me dijo que si quería conocer el auténtico Santo Domingo, me podía quedar en su casa los días que quedaban y ayudarle en el Centro de Salud en el que trabajaba. Y así lo hice, esa noche me acompañó al hotel a recoger mis cosas y les expliqué a mis amigas que estaba viviendo la historia más alucinante de mi vida. Estuvimos en aquellos días recorriendo pequeños pueblos donde la necesidad, la pobreza, y la miseria hacían estragos. Veíamos como las personas pasaban hambre y no le podíamos ayudar como queríamos. Como los niños se morían de enfermedades comunes, que en mi país eran normales, y casi, tantas cosas que yo no comprendía. Fueron 30 días que quedaron grabados a fuego en mi memoria. Las lágrimas nos caían cuando nos despedimos, pero ya lo habíamos hablado mucho y sabíamos que eso tenía que pasar. Él había escogido una vida que le llevaba a viajar de un sitio a otro intentando que el mundo fuera un poco mejor. Yo nunca podría llevar esa vida y tampoco éramos capaces de llevar una relación a distancia… Yo sé que nunca encontraré a nadie que me haga sentir lo que él me dio en aquellos maravillosos días, pero guardaré cada uno de sus gestos en mi recuerdo.



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