Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Cuento Romántico. César. Gáldar.

Caos Nocturno:
Noche oscura y siniestra. Estoy caminando hacia la Laguna, pero el camino habitual estaba cerrado. Tuve que coger el desvío de tierra. Maldigo el día en que cerraron aquel camino. No obstante, me benefició, ya que vi a aquella mujer. No pude ver su rostro. Desapareció tras aquella esquina al terminar el callejón de tierra. Corrí tras ella, pero me desanimó en el intento. En un hueco apartado en medio del camino, a mi derecha, había un hombre muerto con una estaca de madera atravesándole el corazón. Permanecí observando el cadáver, casi sin poder parpadear.

Cada vez las nubes estaban más cerca, y era cuestión de segundos que empezara a llover. Es más, comenzaba a escucharse truenos y los rayos ya asomaban a lo lejos del horizonte. La tormenta no tardaría mucho en llegar. Seguí a aquella mujer, pero fui más cauto. No me explicaba como una mujer tan hermosa, a pesar de ni siquiera haberle visto aún su rostro, podía haber clavado una estaca de madera en el corazón de otro hombre. Había algo que no me dejaba pensar. La silueta de aquel hombre, allí tirado junto al barro en mitad de la noche, no se esfumaba de mi cabeza.

De pronto la volví a encontrar, y le pude seguir la pista hasta unas calles más abajo. Entonces fue cuando entró en una puerta metálica que no hacía más que chirriar, y se desvaneció en la inmensa oscuridad de aquel siniestro local.

Avancé unos pasos y vi como la luz de una ventana con rendijas se encendía. Trepé unos metros hasta ella, y, una vez allí, logré ver a aquella enigmática mujer. Su rostro era hermoso, intacto. Ojos deslumbrantes y sonrisa de oreja a oreja, pero no era una sonrisa corriente. Parecía perturbada, descontenta con algo. En su cara se leía la palabra… VENGANZA.

De pronto me resbalé y caí de golpe al suelo. Un estruendo sonó, y vibró el piso. Escuche el suave chirriar de la puerta metálica abrirse. Y la vi mirándome. Me levanté lo más rápido que pude, y emprendí una carrera. Cojeaba… Me había clavado un cristal en la caída. Hoy el motor de un coche detrás de mí. Las estrellas ya no brillaban. Todo se había envuelto de nubes, y el ambiente era más oscuro que nunca.

Salí de aquel desvío de tierra y llegué a la carretera principal. Seguí corriendo lo más rápido que pude, pero el motor cada vez se oía más cerca. << ¡Lo que me faltaba! >>. Grité al oír disparos que venían de atrás.

Cuando pensaba que nada podía ir peor, me di cuenta que una bala penetraba por la parte trasera de mi hombro. Noté la rara sensación de que el día, con lo oscuro que estaba, se iba apagando más y más. Y razón tenía, la tormenta me alcanzó. Aquellos rayos que veían en el horizonte, ahora caían a mis alrededores. Aquellos truenos que se oían a lo lejos, ahora sonaban sobre mí, y, aquella lluvia que estaba por llegar, llegó.

Estaba en el suelo, quieto, inmóvil. No sabía qué hacer. La sangre recorría mi brazo como cómo el agua de un río con su cauce. Había perdido toda fuerza en el brazo. Los pasos de aquella mujer llegaron a mí, no podía evitar escuchar el borboteo del agua causado al pisar sobre esta.

Mi vista se iba nublando. Se acercaba un interrogatorio. Estaba temblando de frío, y de miedo. Pude escuchar cómo susurraba algunas palabras, y recargaba su arma. Se plantó frente a mí, y milésimas antes de morir, escuché el sonido de la bala saliendo del cañón.

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