Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

M.Alberto Morales Vega MIEDO

M. Alberto Morales Vega


Estaba en una misión, un tanto fácil al principio. Después, se complicaron las cosas. Solo era descender en las vainas de descenso y explorar el planeta.

6:00 de la mañana. Estaba en mi habitación que compartía con tres soldados más. Solo un par de minutos y estábamos en la zona del descenso. Como a mí no me gusta esperar me puse a dormir.

7:00 de la mañana. Una fuerte sacudida me despertó. La habitación se tiñó de los colores de la alerta roja. La estación estaba siendo atacada. No sabía que estaba pasando. Me levanté rápido y me puse el traje para el descenso, pero sabía que estaba pasaba algo muy malo. Cogí la escopeta y salí de la habitación.

Miré a los dos lados, algunas luces estaban rotas, se veía muy poco. Y grité: -¿Ahí alguien? ¡Hola!. –Nadie respondió. Probé por mi comunicador: Aquí Alex ¿Me reciben?. Alguien habló, con una voz ronca por el transmisor: Huyan… -¡Donde se sitúa!

-No podrás hacer nada, por que ya están aquí. –Atreves del transmisor se oían golpes en una puerta, y gemidos. –Nuestro mayor fallo era venir aquí. –Unos golpes más fuertes echaron la puerta abajo. Un gran chillido se hizo oír. –La comunicación se cortó.

No sabía que hacer así que me puse en marcha hacia la sala de mandos, pasando por las incubadoras, era el camino más corto hacia allí. Y me puse en marcha. Ya que el pasillo era oscuro, encendí la linterna. Veía cuerpos de soldados y otros seres en el suelo, las paredes llenas de sangre. Pasé entre los cuerpos con mucha delicadeza de no perturbar el sueño eterno de los que fueron mis compañeros.

De repente una sombra se abalanzó sobre mí al pasar al lado de una puerta. Aquella cosa iba a por mi cuello. Le cogí la cabeza y lo alejé lo suficiente para verle la cara.

Era un ser humano sin piel, y deformado le faltaba parte del cráneo. Lo lancé a la pared, la linterna cayó al suelo. Me levanté rápido para que no me contraatacase. Ese extraño ser empezó a hablar. Temblando, alcé la escopeta apuntándole a la cabeza. –Eres el último. –Dijo con una voz aterradora. –No tardarás en ser uno de nosotros. –Al terminar la última palabra saltó sobre mi. Instintivamente apreté el gatillo. Le di en la pierna. Cayó como si fuera plomo al suelo. Y empezó a avanzar hacia mi. Le disparé varias veces hasta dejarlo casi desmembrado por completo. Seguía vivo pero no se podía mover.

Me di la vuelta y salí corriendo hacia la sala de mandos. Me tocaba las incubadoras. Además de base de avance militar también tenía instalaciones para investigar. En las incubadoras estaban los llamados iluminados. Eran mutaciones genéticas. No se como pueden jugar a ser Dios de esa manera.

Me quedé delante de la sala que decía ``Incubadoras no permitido el paso''. Por suerte soy como un médico de guerra y tengo acceso a esa zona. Introduje el código 966532. La puerta se abrió lo primero que vi fue un gran agujero en el suelo. Pensé: Si esas criaturas han llegado hasta aquí ni me imagino el resto de la nave. Rodeé el gran agujero.

Y entré en la sala principal de las incubadoras. Los cristales de los embriones estaban rotos y con sangre. Oí una difícil respiración venía de una esquina era un embrión casi formado con ojos rojos y con algo que parecía un brazo en la boca. El embrión saltó a mi cabeza. Forcejeé con el, conseguí quitármelo de la cabeza. Lo lancé al suelo y le di una fuerte patada. Y se dio contra la pared.

Corrí fuera de la sala de mandos de la incubadora se me había revuelto el estómago, apresurado me fui a una esquina y me quité el casco, vomité. –Demasiadas cosas raras en un solo día.

Me quedaba poco para llegar a la sala de mandos. Unos minutos más caminando y llegaría a mi destino.

Por fin en la sala de mandos. Estaba lleno de sangre por todos lados. No había nadie, de repente algo saltó sobre mi, mordiéndome el brazo. Era uno de mis compañeros de habitación. Era una de esas horribles criaturas. Con lágrimas en los ojos dijo: Lo… siento…mucho…Dutch… por favor acaba conmigo. Cogí la escopeta y le di de lleno en toda la cabeza. –Descansa en paz amigo mío. Rápidamente me metí en una nave. Puse de rumbo la zona colonizada y puse el botón de arrancar. La nave se empezó a mover.

Unas fuertes arcadas y mareos, me tumbaron al suelo, me miré las manos la piel se estaba cayendo y dije con la voz muy cambiada: Me estoy convirtiendo en uno de ellos. Difícilmente me moví hacia donde estaba la escopeta, me la puse en la cabeza y dije: No quiero ser uno de ellos, acabaré todo este sufrimiento. ¡BANG!




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