Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

La nota. Yarince Delgado. Gran Canaria.

Estábamos contemplando la hoguera, el crepitar de las llamas carbonizando la madera… era algo digno de contemplar, era casi poético… y ella estaba tan guapa, tan esbelta, bajo la luz de las llamas…

 

Lo cierto es que Elisa salvó mi vida de todas las manera que hombre puede ser salvado. Se lo debo todo.

-                     Deberíamos entrar ya en casa, la hoguera se está apagando y los niños tienen sueño.

 

-                     Si, tienes razón.

 

Le dí un beso en la mejilla dando por terminado aquel momento mágico y acompañé a Mario y Sebastián, mis hijos, a la cama. Después de desearles una buena noche me acosté al lado de mi prometida. Tardé en dormirme pues estaba algo agitado pera al final los conseguí.

 

Cuando me desperté eran las tres de la madrugada. Me desperté porque oí un ruido, un ruido sordo que venía del holl. Me levanté despacio y encendí la luz. No había nada, pero estaba intranquilo así que me senté en el sofá y esperé,  pasé como diez minutos  estando inmóvil hasta que casi por casualidad vi una nota en la mesilla de café. La leí y decía lo siguiente:

"Creíste que podrías escarpar de mí, pero te equivocaste"

 

Estaba desconcertado y de repente oí un guito agudo que venía del dormitorio. Corrí adentro. Elisa no estaba. Miré las sabanas encontré sangre pero ni rastro de Elisa.

 

Entonces oí un ruido que venía del armario. Hice acopio de valor y abría la puerta. Allí estaba mi amada Elisa y con una limpia puñalada yacía muerta.

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