Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

La Mirada del Pintor. Yarince Delgado. Gáldar.

Allá por el año 1834 nació un joven, hijo de carpintero en un pequeño pueblo alejado de la gran ciudad. El pueblo se encontraba a las afueras de Escandinavia y en el apenas vivían unas mil personas. Este pueblo era constantemente humillado por un grupo de bandidos que se apropiaban de todas las provisiones y si alguien se rebelaba lo apaleaban hasta matarlo.

 

Pero de lo que nadie se percató fue que cuando Uther nació el destino del pueblo cambiaría.

 

El joven creció y resulto ser un muchacho con un don para la espada formidable. Se entrenaba todos lo días sin descanso. Tuvo que crecer viendo como su gente moría de hambre a causa de los bandidos y no sentía más que un poderoso odio hacia ellos.

 

Un día se oyeron caballos al galope y los aldeanos sabían lo que les esperaba. Los bandidos llegaron y exigieron los víveres  y al pasar por la casa del viejo carpintero y su hijo vieron que no traían nada, ni un mísero saco de hortalizas. El líder de los bandidos entro en cólera y antes que su hijo pudiera evítalo atravesó al viejo carpintero desarmado con la espada.

 

Cuando se hubieron marchado Uther se prometió que la próxima vez sería diferente, que esto no volvería a pasar.

 

Al día siguiente se reunió con los aldeanos y los convenció de si seguían así el pueblo sería destruido, era hora de hacer algo.

 

Cuando pasado un mes los bandidos volvieron se encontraron con un pueblo armado y furioso que no pensaba tener piedad. De los casi cuarenta bandidos apenas escaparon dos o tres, y Uther fue considerado desde entonces como un líder para el pueblo.

 

Cuando la batalla terminó con cinco o seis bajas del pueblo y los bandidos erradicados, Uther encargo a un pintor que plasmara en el lienzo un recuerdo de aquella hazaña para poder recordar al pueblo de lo que era capaz el deseo de implantar justicia.

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