Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

La mirada del pintor. Alba Delgado. Gran Canaria

En la inmensidad de los mares reina un ser. Un ser sin escrúpulos, sin la más mínima compasión. Pero es doblegado y responde a las órdenes de un hombre. Un hombre con un amor tan grande por los mares como por su amada esposa. Era un general holandés, con intenciones de gobernar el mundo, por medio de los mares y con la ayuda del Kraken. Pero las cosas no salieron según sus planes. Para tener poder sobre este animal, si así podemos llamarlo, el general tenía que estar al mando de un navío, el Holandés Herránte. El capitán de este navío no podía tener corazón, este estaría escondido en tierra firme, guardado en un cofre con la inscripción "El Holandés Herránte siempre ha de tener un capitán", pero él no podría pisar tierra sino un día cada diez años. Ese día podría verificar si su corazón, seguía a salvo y visitar a su amor verdadero.

Un rey español gobernante por esos tiempos de Holanda, no muy bien congraciado por los holandeses, encontró el cofre con el corazón del capitán del Holandés Herránte. Así tendría poder sobre este y también sobre el vil animal. Teniendo en su mano el corazón podría sobornar al capitán, porque podría matarlo en cuanto este desobedeciera una de sus descabelladas ordenes.

El rey mandaba frecuentemente al capitán que ordenara al Kraken a hundir los barcos de las armadas inglesas, francesas y portuguesas. Así Holanda, o el rey, tendrían poder por mar sobre estos. Así atacaría a los países entrando por mar.

Los países vecinos se dieron cuenta de la trama del rey holandés y se unieron para atacar por tierra. La guerra fue en invierno un invierno largo, duro y frío, murió mucha gente, tantos holandeses como franceses, ingleses o portugueses. Lo peor fue que no se resolvió nada.

El rey holandés se dio cuenta de que no solo le hacía falta el Holandés Herránte para conquistar Europa y después el mundo, sino que también le hacía falta un gran ejercito por tierra, cosa que ya no poseía, dado que la mayoría de sus mejores generales y soldados habían fallecido en la guerra. Tras consultar las posibilidades con sus asesores reales, decidió firmar un acuerdo de paz con los demás países y así retirar lo que quedaba de sus tropas de los campos de batalla.

La noche que se firmo el tratado era fría, había niebla, y empezaba a caer un rocío algo molesto. El rey holandés y el general ingles firmaron la paz con un apretón de manos delante de ambos ejércitos. Y hay quedo zanjada la guerra.

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