Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

La felicidad de sus hijas. Adrián Cuervo Martín e Iraida Torres Padrón. Hab. II

La historia comienza con un chico llamado Acaymo, el cual tiene dos hijas llamadas Yasuri y Yamiley, ambas de la misma madre que falleció hace ya unos años. Acaymo es un reconocido arquitecto tanto a nivel regional como internacional, lo que le da una fuente de ingresos multimillonaria que emplea mayoritariamente en los caprichos de sus hijas.


Un día en una romería, Acaymo y sus amigos rebozaban de alegría, entre rones y cervezas (algunas bastantes espesas) conoció a una jovencita llamada Guacimara, que desde el primer momento se interesó por Acaymo.


Pasado unos meses, Guacimara y Acaymo deciden vivir juntos, pero sus hijas no querían que Guacimara fuera su madrastra, ya que ella le quitaba todo el dinero a su padre, además de su tiempo, puesto que casi nunca se separaba de él. Las hijas, cansadas ya de la cara dura de su madrastra, idearon un plan para acabar con ella.


El plan  consistió en que Guacimara cogiera la mayor cogorza de su vida, a continuación, la vestirían de monja engañándola así de que era el vestido de novia y hoy era su boda. Entonces, la llevaron a un convento y se casó con Dios pensando que era Acaymo.


Al día siguiente, Guacimara se da cuenta de la jugarreta que sus hijastras le habían hecho, pero ella ya no podía hacer nada para solucionarlo, ya que las monjas no la dejarían salir nunca más.


Acaymo, al enterarse de que ella le puso los cuernos, en este caso, con nada menos que con Dios, decide olvidarse de Guacimara para siempre cortándole el grifo de dinero, lujos y caprichos, volviendo a ser un padre soltero interesado única y exclusivamente en la felicidad de sus hijas.


FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario