Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Justo encima de mí. Judith Moreno Moreno. (Gran Canaria).

              Justo encima de mí, viven dos vecinos extremadamente molestos, y por no hablar de su pero. Me paso las noches en vela porque ladra demasiado. Cuando lo trajeron por primera vez me pareció monísimo, un cachorrito grandané verdaderamente lindo. Pero esa imagen tan tierna se me borró de la mente cuando noche tras noches se ponía a llorar.
       Al cabo de dos meses dejó de llorar por las noches, y yo empezaba a dormir tranquila. Cuando un día a las seis de la mañana empieza a ladrar de tal manera que tuve que subir a la planta alta y quejarme, ya no aguantaba más. 
       Lo peor que hice fue tocar el timbre. La puerta se abrió y el tremendo grandané saltó sobre mí y me tiró al suelo, acabé llena de babas y ni si quiera pude decirle a mis queridos vecinos que en las tiendas de mascotas vendían bosales, para evitar dolores de cabeza.
       Pronto llegó el verano y mis vecinos se fueron de vacaciones, un mes de gloria para mis oídos.
       Al volver de vacaciones el perro de mis vecinos resultó ser una hembra, y estaba embarazada, por si me molestaba un perro, a saber cuántos más vendrán.
       Aquellas criaturas no tardaron en nacer y los iban a regalar todos. ¡Qué alivio!. A las semanas de nacer me entró curiosidad por verlos y subí a casa de mi vecino. Eran preciosos. Qué bonitos eran de chiquititos. Allí pasé un par de horas jugando con ellos.
       Esa noche mis vecinos estaban muy preocupados porque uno de los cachorros había desaparecido.
       A eso de las dos de la mañana, mientras yo dormía noté un cosquilleo por mis piernas y dí un brinco. Me puse a buscar entre las sábanas y el cachorro perdido era un nuevo inquilino en mi casa.
       No quise despertar a mis vecinos, así que por la mañana antes de ir a la universidad llevé al cachorro a su respectiva casa.
       Al volver de la universidad mis vecinos me dejaron un paquete y una nota en la puerta de mi casa. La nota decía, palabras textuales: "nos vamos a mudar a una casa más grande porque decidimos no separar a los cachorros de su madre, muchas gracias y aquí te dejamos un regalo al que le gustaste desde que te vio. Besos. Familia Jonshon.
       Abrí el paquete y empecé a llorar, pero no de alegría, sino de tristeza. En mi vida había tenido que responsabilizarme de nadie a parte de mí y menos a un perro molesto, ruidoso y muy grande en pocos meses. Me había tocado la lotería y sin jugarla.
       Tuve que aprender a cuidar de alguien y darle cariño. La verdad es que le empecé a coger cariño y terminé acostumbrándome a Brutus, mi querido grandané.

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