Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

El citopeco. Raquel Henríquez Monzón.

Era un verano como otro cualquiera, me iba de vacaciones como cada año
con mis padres. Esta vez nos fuimos a California, un paraíso de las
playas y el surf. Eran ya las 9:00 de la mañana y nos dirigimos
hacia el aeropuerto. Al llegar tuvimos que esperar montón de tiempo
para facturar hasta que por fin llegó la hora de subir al avión.
Pasamos varias horas hasta por fin llegar a California. Al llegar nos
alojamos en un lujoso hotel de 5 estrellas. Yo como siempre, cogí y me
largue lo antes que pude a conocer todos los lugares que pudiese. Salí
del hotel y me adentré por un callejón que había por allí.
Fui caminando por un estrecho sendero del que cada vez mas dentro iban
apareciendo conchas. Seguí caminando y aparecí en una playa llena de
conchas por todas partes. Estaba repleta de ellas, por todos lados, no
había un solo rincón en el que no hubieran. Me extrañe mucho y mire a
mi alrededor y fue entonces cuando vi una concha enorme al final de un
pequeño paso cubierto por rocas y un pequeño riachuelo. Me acerqué
para examinarla mejor, era enorme, era incluso mas grande que yo. Me
acerque más y mire dentro de ella. Dentro se encontraba una especie
de perla dorada que no dejaba de brillar. Era preciosa, resplandecía
tanto como un día de sol en pleno verano.
La cogí para observarla mejor cuando entonces todas las conchas
empezaron a abrirse y a cerrarse como locas. Me asusté y salí
corriendo sin darme cuenta de que tenía la perla en la mano. Al salir
de aquella playa llegué otra vez al principio del callejón y me dirigí
al hotel. Cuando llegué a la habitación mis padres habían dejado una
nota avisándome de que se habían ido a comer.
Entre al baño a lavarme la cara cuando me di cuenta de que tenia la
concha en la mano. Me puse a examinarla cuando vi que tenia algo en el
interior.
La cogí con una mano, la apreté bien fuerte y la estampe contra el suelo.
De su interior salio una especie de polvo que salio disparado delante
mi y empezó a formar una figura extraña, era un citopeco.

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