En marzo del año pasado, con motivo de las celebraciones de la boda real entre el príncipe Guillermo de Inglaterra y Catalina de Cambridge, se reunieron un gran numero de personas distinguidas del mundo de la política, la cultura, etc. Durante una de las cenas oficiales coincidieron en la misma mesa la novia, Catalina, y el presidente francés Nicolas Sarkozy. Los platos se sucedían a la vez que las conversaciones informales y llegado el delicioso postre, helado de aguacate y nata, nuestros dos protagonistas ya estaban inmersos en una animada charla sobre como les gusta pasar las tardes de domingo. Sarkozy, para sorpresa de su interlocutora, disfruta poniendo el Elyseo al día porque confiesa ser un amante del orden y la limpieza así que organiza verdaderos zafarranchos con el servicio. En cambio Catalina aprovecha las largas y frías tardes de domingo para tumbarse en el sofá provista de un buen libro, un cola cao caliente y una manta. Después de ese pequeño intercambio de intimidades de vez en cuando suelen llamarse los lunes por la mañana para comentar sus respectivas jornadas dominicales.
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