Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

Cansancio. Paula C.R.

Otra vez volví a ver esa cara espantosa de la sociedad de este llamativo siglo.

 Esta vez tocó en el metro, tras una gran fiesta madrileña, el escenario ideal y cotidiano de estas pesadeces.

Dos tíos se encontraban en una acalorada discusión, porque supuestamente, uno había mirado mal al otro.

 ¿Se puede saber a  qué hemos llegado? Parecemos bestias sangrientas y babosas a la espera de alguna presa a la que poder atacar e hincarle el diente si es posible.

Debería de darnos vergüenza esta desastrosa sociedad, en lo que ese aspecto se refiere. ¿Se puede saber, por qué una pareja de ancianos no puede salir por la noche a pasear simplemente, sin tener que esquivar cincuenta mil peleas y el doble de discusiones violentas, además de escuchar quinientas mil frases de violencia verbal? Estoy harta de esta situación.

 Me gustaría poder pegarme una buena marcha sin tener que salir de mi casa con miedo.

Me gustaría poder bailar y bailar a mis anchas sin tener por qué presenciar una apuñalada a un tío borracho, sin tener que echarme a correr cada dos por tres por no acabar aplastada por la avalancha de gente que escapa de alguna de las grandes peleas que se forman en el centro de la pista.

Estoy harta ya de que digan que toda esta generación de adolescentes está cortada con las mismas tijeras, porque no es así. Nosotros también estamos hartos de esta situación.

 También nos molesta sentir los empujones de la gente que huye de una pelea para no alcanzar algún golpe, nos molesta ver adolescentes con la cara llena de sangre mientras gritan barbaries a la misma vez que corren tras algún desgraciado.

Nos molesta que en nuestro mejor momento de la noche nos paren nuestra canción preferida para llamar a cuatro ambulancias, para siete personas diferentes. Nos molesta recibir botellazos accidentalmente.

Me pregunto, cuando será el día en que podamos salir tranquilos, cada uno a su bola, viviendo su propia vida y divirtiéndose sin molestar ni hacer daño a nadie. Respetando a las demás personas, y pidiendo perdón cuidadosamente, cuando no lo hacemos por equivocación.

La discusión del metro terminó con una pobre mujer de setenta años con un leve esguince, un hombre (si se le puede llamar así) de veintitrés años con la nariz y la muñeca rota, y otro hombre de la misma condición que el anterior, con un ojo morado.

Como dijo Gandhi, si todo el mundo contestara ojo por ojo, seríamos un mundo de ciegos, y personalmente, creo que nos estamos quedando sin vista.

No me gustaría acostumbrarme a estas cosas, ya que hoy volví a verlo, y lo vi en el metro.



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