Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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La niña del cementerio. Yoana Castellano


Un cabrero pastando con su ganado por los montes junto a su perro se percata de que algo se movía entre la hierba. El pastor se acerca y encuentra entre unas mantas a un bebé abandonado. Debía tener entre dos y tres meses tenía las manos llenas de barro, al igual que la cara. Estaba descalzo y aterido de frío, era una hermosa niña rubia de ojos azules. El pastor la tomó en sus brazos y la arropó contra su pecho. El pastor bajó al pueblo a dar cuenta de su hallazgo, la bebé lloraba desesperadamente, quizás tuviera hambre. El pastor tenía que pasar por fuerza por delante del cementerio. El buen hombre iba entretenido, acurrucando a la bebé cariñosamente como si de su hija se tratase. Pero, al llegar a la parte trasera del cementerio, se le heló la sangra en las venas un espectro vestido de blanco se le acercaba parecía que iba e una nube, pues, se deslizaba hacia el. De repente se oyó de entre las ramas de los árboles que con fuerza se agitaba ¿Qué lleva ahí? Déjeme que lo vea. El pastor horrorizado no podía gesticular palabra. El espectro seguía acercándose ¡Dámelo, es mío! El espectro le arrebató a la niña de sus brazos y en menos de un segundo, en tan solo un abrir y cerrar de ojos, desapareció. El pastor echó a correr a toda prisa, temblando del miedo. El pastor asustado por todo aquello, no pudo mantenerlo en secreto, y se lo contó al pueblo. Nadie le creyó, todos le decían que estaba loco, que no podía ser verdad, incluso, le llamaron borracho. El buen hombre, asustado y aturdido, corrió desesperado hacia el cementerio. Cuando llegó allí, se adentró en él, buscando de nuevo al espectro que le arrebató a la niña. De repente, se paró en mitad del cementerio. Los árboles comenzaron a agitarse brutalmente, y poco a poco con mas intensidad. El pastor empezó a oír voces extrañas, eran muchas, y no se entendían. Bajó la mirada y encontró unos zapatitos de bebé. Estaban sucios y desgastados. El hombre los tomó y se puso en pie. Decidió seguir adentrándose en el cementerio, cuando se oyó ¡lárgate de aquí, fuera, vete!
El pastor salió corriendo con los zapatitos en la mano. Cuando llegó a su casa se encerró. La gente comentaba que se había vuelto loco. Al poco tiempo el pastor fue encontrado muerto en el cementerio cubierto en mantas, descalzo y con unos zapatitos de bebé en las manos



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