Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

Lo vi en el metro. Melani Jordan Reyes. Gran Canaria

Después de un curso interminable, llegó el verano.

Todos habíamos estado hablando de dónde pasaríamos las vacaciones. Y quedamos en ir unos días a Madrid.

Habíamos estado preparándolo todo para el viaje. Estábamos muy agobiados por si se nos quedaba algo atrás.

Levábamos casi un día sin dormir, ya que el vuelo salía a las 4:00 de la mañana.

Cuando llegamos al aeropuerto mi hermano nos esperaba junto al coche. Al vernos se alegró mucho y fue a ayudarnos con las maletas.

De camino a su apartamento estuvimos hablando de a dónde iríamos al siguiente día.

Al llegar a su apartamento casi no cabían las maletas por la puerta. Al no haber camas para todos, a mi me tocó dormir en el sofá.

Al amanecer me despertó el sonido de las olas. El apartamento estaba al lado de la playa y lo primero que hicimos por la mañana fue, ponernos el bañador y darnos un chapuzón.

Cuando volvimos, mientras desayunábamos, estábamos viendo las noticias, que decían.- En Valencia ha desaparecido un niño en un supermercado. Tiene unos cinco años, es rubio, de ojos azules. En el momento de su desaparición llevaba puesto unos pantalones vaqueros, unas playeras blancas y una blusa roja. Si lo ven llamen al número que ven en pantalla.

-Es increíble que haya personas que puedan raptar a niños. Van a por lo más débiles.

Después de quedarnos impactados viendo las noticias nos dispusimos a preparar las cosas para pasar todo un día fuera.

A donde primero nos llevó mi hermano fue al Museo de Bellas Artes. Aquello era inmenso.

Nos bajamos del coche y dimos un paseo por allí. Era precioso.

Luego cogimos el metro para ir a comer a un restaurante rústico.

Mientras esperábamos en la estación, me puse a escuchar a las personas que estaban por allí. Su acento me llamaba mucho la atención.

Entre todas esas personas, al fondo del pasillo, agarrado por un hombre alto, musculoso y moreno, había un niño al que creía que había visto anteriormente.

El niño parecía muy asustado al lado de ese hombre. Me miró con cara angustiada, como queriendo decirme algo. Pero no sabía el qué.

Seguía sin recordar de qué conocía a aquel niño cuando lo vi marcharse. Entraba en el año de chicos con aquel hombre, que parecía muy enfadado.

Llegó nuestro tren y entramos. Cuando cogimos sitio y nos sentamos  vi que aquel niño al que no lograba reconocer también entró.

No podía pensar en otra cosa, así que le pregunté a mi hermana si a ella le sonaba de algo la cara de aquel niño.

De repente puso los ojos como platos al verlo.

-         ¿Qué te pasa? ¿A ti también te es familiar?  - . Me puse muy nerviosa al ver que seguía sin responderme. Se acercó y me dijo al oído:

-         Mélani, ese es el niño desaparecido que salió esta mañana en las noticias. Rubio, de ojos azules, más o menos de cinco años. ¡Es él!

-         Y ¿Qué hacemos?

Las dos estábamos muy nerviosas, sin saber qué hacer, y todavía quedaba un cuarto de hora de trayecto.

Intenté  no parecer nerviosa lo mejor que pude.

Disimuladamente miré al niño. Vi que ya estaba mirándome  y que susurraba algo: ¡Ayúdame!

Al ver eso, pensé en hacer muchas cosas y sin pensarlo me levanté. Me dispuse a ir a donde estaba aquel hombre que lo tenía retenido, aunque sin saber qué hacer cuando estuviese delante, pero mi hermana vio mis intenciones y enseguida me agarró del brazo.

Le miré con cara furiosa por no haberme dejado.

Cuando bajábamos del tren, el hombre volvió a entrar en el baño con el niño. Cuando eso pasó, enseguida le dije a mi hermano todo lo que había pasado. Le dije que entrase por si le estaba haciendo algo malo.

Al abrir la puerta oímos gritos. Eran del niño. Mi hermano entró corriendo. Vio al hombre intentado darle una paliza al pobre niño. Mientras mi hermano lo reducía, yo cogí al niño para que no se llevase ningún golpe, y mi hermana llamó  a la policía.  

Por suerte, ni al niño ni a mi hermano les pasó nada, y el hombre ese terminó en la cárcel.

Los padres del niño se alegraron mucho de verlo a salvo, y nos dieron las gracias por habernos dado cuenta de todo.

Después de ese día, seguíamos en contacto con la familia y de vez en cuando los íbamos a visitar.

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