Había una vez un grupo de amigos a los que les gustaban hacer cosas juntos. Es una de estas pandillas en donde se ayudan y apoyan mutuamente. Como es normal, todo equipo está liderado y este no es diferente a cualquier otro. Para ellos la desigualdad radica en que no es el más inteligente o avispado de todos los componentes, sino todo lo contrario, una persona de lo más mundana, cuya virtud es la de escuchar y ayudar sin esperar nada a cambio. Así es Luis
Habituados todos a quedar los viernes, como de costumbre, en el garito más estrombótico de la ciudad pero a la vez tranquilo, acuden todos a su cita. ¿Cual fue la sorpresa? Pues abandonada en un rincón cercano al pub se encuentran una perrita. Luis, que acudió en bicicleta, decidió llevarla a casa para alimentarla, pues parecía desnutrida. Y de esta forma cambiaron el emplazamiento del pub a su casa.
Ana, una de las últimas incorporaciones al grupo, al ver al animalito tan desvalido propone que sean todos los componentes los nuevos amos de este pequeño ser.
Ya en casa de Luis, con un vinilo de Edith Piaf de fondo, celebran la adquisición de la nueva mascota del grupo y entre todos deciden llamar a la perrita como la cantante francesa.
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