Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡BIENVENIDOS!

El agua y nuestros antepasados.Haydee Fuertes. Gran Canaria

Hoy en día para todos nosotros es muy fácil utilizar el agua y la tenemos cuando queramos con una facilidad enorme.

Sin embargo a veces cuando mantenemos conversaciones con personas mayores siempre nos dicen que ante la vida era muy difícil.

Suelen decir las dificultades que tenían a la hora de utilizar el agua. Ellos no tenían el agua directamente en su casa. No era tan fácil como abrir la llave y coger el agua.

Ellos se tenían que despertar desde muy temprano y dirigirse a los pozos y extraer el agua para así poder asearse, fregar, y saciar también a sus animales. El recorrido siempre era el mismo, ellos tenían preparado un palo que se apoyaban en la nuca y a cada lado un balde que era el que le servía para transportar le agua asta sus casas.

Otros construían acequias para así trasportar el agua hasta donde vivían.

También a la hora de lavar sus ropas era un trabajo muy difícil para las mujeres. Se tenían que dirigir a los lavaderos para así poder lavar sus ropas.

Nosotros nos ponemos a pensar eso y pensamos que no podríamos vivir en aquellos tiempos ya que ahora tenemos toda el agua que necesitamos al alcance de nuestras manos y sin pasar tanto trabajo.

Los antepasados de mis abuelos. Patricia Tacoronte. Gran Canaria

Esta es la historia que me ha contado mi abuela,

según dice, fue una época muy dura porque hoy en día

está todo al alcance; el agua llega a todas las casas y no

tienes que desplazarte para conseguirla. Ella recuerda

como se quedaba sentada en la sombra viendo salir de

las grietas de las piedras el agua de la lluvia, aquella

agua tan fresca y tan buena.

Lo más que le gustaba de su infancia era irse a

refrescar a las acequias en aquellos meses tan

calurosos de veranos, y que hoy en día los padres

pueden permitirse poner en su propia casa una

piscina para que sus hijos puedan divertirse a la misma

vez que se refrescan, pero antes, las acequias eran un

buen recurso para matar el calor.

Mis abuelos cada mañana tenían que madrugar,

mientras mi abuela iba con un balde de ropa sucia a

las acequias y se ponía de rodillas para lavarla en unos

lavaderos con jabón de lagarto y la dejaba secar encima

de las piedras, mi abuelo iba con los ganchos al Albercón

en la Montaña de Gáldar a buscar agua para regar las

flores y bañarse, aunque muchas veces se bañaron con un

trapo mojado para no desperdiciar el agua. A veces iban de

madrugada al pilar que estaba muy lejos para buscar agua

para beber y hacer la comida.

Conociendo todo esto, deberíamos intentar no malgastar

el agua, pues ahora lo tenemos a nuestro alcance, pero antes

era muy difícil conseguirla.



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Los antepasados de mis abuelos. Patricia Tacoronte. Gran Canaria

Esta es la historia que me ha contado mi abuela,

según dice, fue una época muy dura porque hoy en día

está todo al alcance; el agua llega a todas las casas y no

tienes que desplazarte para conseguirla. Ella recuerda

como se quedaba sentada en la sombra viendo salir de

las grietas de las piedras el agua de la lluvia, aquella

agua tan fresca y tan buena.

Lo más que le gustaba de su infancia era irse a

refrescar a las acequias en aquellos meses tan

calurosos de veranos, y que hoy en día los padres

pueden permitirse poner en su propia casa una

piscina para que sus hijos puedan divertirse a la misma

vez que se refrescan, pero antes, las acequias eran un

buen recurso para matar el calor.

Mis abuelos cada mañana tenían que madrugar,

mientras mi abuela iba con un balde de ropa sucia a

las acequias y se ponía de rodillas para lavarla en unos

lavaderos con jabón de lagarto y la dejaba secar encima

de las piedras, mi abuelo iba con los ganchos al Albercón

en la Montaña de Gáldar a buscar agua para regar las

flores y bañarse, aunque muchas veces se bañaron con un

trapo mojado para no desperdiciar el agua. A veces iban de

madrugada al pilar que estaba muy lejos para buscar agua

para beber y hacer la comida.

Conociendo todo esto, deberíamos intentar no malgastar

el agua, pues ahora lo tenemos a nuestro alcance, pero antes

era muy difícil conseguirla.



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El agua y nuestros antepasados.Oscar Mendoza.Gran Canari

Antiguamente el agua en canarias era un bien escaso. Nuestro antepasados solían sacar agua de los pozos y usar las acequias para su higiene. El transporte de este recurso se llevaba a cabo mediante cubos y mañas antiguas. Nuestras abuelas por ejemplo a la hora de lavar tenían que ir a una especie de lavadero situado en las ya citadas acequias (estrecho por el que transcurre una pequeña corriente de agua ).Éstas tienen como unos pequeños escalones donde fregaban la ropa y aprovechaban el agua que por ellas circulaba destinada al riego de plantaciones para aclarar sus prendas.

Hoy en día el agua sigue su curso por muchas de estas acequias pero es muy poca la gente que acude a ella por motivos de higiene pues los avances tecnológicos han permitido que estos servicios puedan llevarse acabo en los hogares y sin esfuerzo alguno.

El agua antiguamente. Paula C.R. Gran Canaria.

En nuestros días debemos de estar agradecidos con los recursos que tenemos a nuestro alcance. Rutinariamente, al despertarnos, lo primero que hacemos es ir al baño para lavarnos la cara y con tan solo un movimiento de muñeca tenemos toda el agua que queremos. Si preguntamos a una persona mayor sobre como obtenía el agua a nuestra edad seguramente su respuesta sería la siguiente:

Lo primero que hacían al levantarse no era lavarse la cara, como en la actualidad, sino era conseguir el agua para poder hacerlo. La hora de despertarse era las 6 de la mañana, se levantaban tan pronto para poder ir a buscar agua al pilar más cercano.

Una vez se llegaba al pilar te tocaba hacer cola y esperar que llegara tu turno para coger el agua. Lo único que necesitabas era un barreño en el que guardarla y una toalla que se colocaba con maña para transportar el barreño sin dañar la cabeza. Esto último era más frecuente en las mujeres y niñas. Otro de los instrumentos era un palo de madera que se llevaba sobre los hombros, en el que se colocaba los cubos de agua en los dos extremos, así la compensación del peso era equitativa.

En el pilar era frecuente encontrarte a personas de todos los sexos y edades, hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, que se turnaban para poder llevar agua a sus casas.

Hoy en día también tenemos a nuestro alcance la lavadora, lo cual antes era impensable, y la tarea de lavar la ropa se realizaba a mano y en los lavaderos.

Cerca de cada pilar había un "lavadero" que pasaba por sitios en los que hoy podemos ver ceras para los transeúntes. Era una especie de acequia dividida cada pocos metros en la que el agua fluía de forma continua. A cada vecino le tocaba una parte de la acequia para lavar su ropa y la de su familia.

Algunas veces, en época de otoño, la calidad del agua de los lavaderos no era muy alta siendo esta de un color rojizo o marrón. Además muchas veces a alguien se le escapaba alguna prenda que era arrastrada por la corriente del agua y podía llegar a manos de otro vecino.

Viendo esto nos damos cuenta de que la vida de antes no se parece tanto a la de ahora.



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El agua. Elizabeth Medina García. Gran Canaria

Hoy día,la situación de los recursos del agua en Canarias son de alto beneficio, ya que las potabilizadoras nos ayudan con un nuevo sistema depurativo o incluso el grifo que con solo abrirlo tenemos agua.

En cambio hace años las cosas no marchaban así, todo esto ocurrió hace unos 60 o 70 años atrás cuando los recursos para beber e incluso asear se eran bastante escasos muchos de nuestros familiares como nuestros abuelos se beneficiaban de las piletas o pilares; para usarlas como lavaderos y abrevadero para los ganados.
También usaban tanques, más conocidos en las medianías, son una especie de cueva que tenía un sistema de evacuación del agua, estaba formado por un palo vertical que bajaba entre unas guías de piedra y que taponaba el orificio de salida con la simple presión del agua, nuestros abuelos iban a buscar el agua bien con baldes como con jarras de barro.
Los estaques de barro servían para lavar la ropa, también se utilizaba una especie de piedra lisa para frotar la ropa, estos estanques muchas veces servían para bañarse y asear se.
También usaban las pozas o aljibes como recipientes techados para almacenar el agua especialmente de la lluvia, aunque esto llego más tarde.

En muchos casos estas actividades como; ir a buscar agua, lavar la ropa,..etc tenían que realizarse muy de mañana ya que estaba a Kilómetros de sus casa...
''De esta manera debemos saber que vivimos en una cultura o sociedad avansada''

El agua hace 60 años - Josué Castellano Reyes - Gran Canarias

Hoy en día, cuando necesitamos agua solamente tenemos que ir a la cocina o al baño y cogerla de allí; hace sesenta años no era así, la gente tenía el deber de ir a los nacientes a buscar el agua para cualquier cosa que fuera a hacer con ella, desde lavarse las manos hasta hacer de comer. Las mujeres, tenían que ir caminando con una cuba llena de ropa a lavarla. Debían caminar durante varios kilómetros siempre que quisieran agua y luego tenían que ir cargando con ella hasta sus casas.
Luego el agua empezó a llegar a los pueblos a través de pilares, por lo que la gente no tenía que caminar tanto para conseguirla y solamente debían hacer cola y esperar su turno para cogerla y poder hacer las diferentes tareas domésticas o para beberla.
Después de esto el agua fue llegando a las diferentes casas gracias a los pozos.
Los pozos, con la utilización de nuevos artefactos para conseguir agua, se fueros quedando obsoletos.
Aquí se demuestra como ha ido evolucionando la industria en los últimos años.



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El agua en Canarias.Alejandro Díaz Quintana. Gran Canaria

Antiguamente era más difícil contar con agua en las casas ya que se hacía más complicado conseguirla. Aquí se muestra como ha favorecido la industrialización, y ha cambiado la forma en que la gente consigue agua.

Antiguamente el agua no llegaba a las casas, sino que la gente tenía que desplazarse a los nacientes de agua para conseguirla, y la transportaba en cacharros y tallas de barro. En el pueblo de mi abuela, (Montaña Alta) necesitaban desplazarse unos 5 o 6 kilómetros andando para ir a lavar la ropa. Todo el camino lo realizaban con las tinas llenas de ropa sobre la cabeza, y necesitaban hacer tres descansos durante el camino de vuelta para llegar a sus respectivas casas con la ropa lavada. Solo se acudía a lavar la ropa dos veces en semana, salían a las 9 de la mañana y volvían a las 5 de la tarde aproximadamente, debido a la duración del proceso, necesitaban llevarse la comida y almorzaban en el naciente, esta comida, solía ser gofio con plátanos amasados.

Este proceso se realizó hasta el año 1950 aproximadamente, ya que a partir de este el agua empezó a llegar a los pueblos, pero solo a un pilar, al cual los vecinos tenían que acudir a coger agua. Esta, la utilizaban para su aseo y para hacer de comer. Poco a poco los barrancos se fueron secando y a partir de 1960, se instaló el agua en las casas. Esta procedía de los pozos, que en esta época empezaron a explotarse.

A partir del el comienzo de este siglo se empezaron a utilizar más las desalinizadoras y las potabilizadoras con lo que los pozos fueron quedando de lado.

Hoy en día los pozos ya solo se utilizan para obtener de ellos el agua necesaria para regar los cultivos.

Ya nadie necesita desplazarse a buscar agua ya que hoy en día el agua esta al alcance de todos y llega directamente a las casas.



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La vida hace 60 años. Mélani Jordán Reyes. Gran Canaria

LA GENTE

La gente en aquella época era muy laboriosa, en invierno si el tiempo lo permitía, se dedicaban a traer piedra, picarla y hacer sillería que en su día serviría  para las esquinas de la nueva casa, o para arreglar el aprisco donde se guardaba el ganado sobre todo lanar.  En otoño, uno de los trabajos prioritarios consistía en proveerse de leña  para pasar el invierno; se necesitaba mucho, bien fuera para cocer la comida de las personas, o el caldero de los cerdos, ya que normalmente cada vecino tenía uno o dos, que se habían comprado en agosto, con el fin de hacer la matanza en Navidades, por este motivo las chimeneas  estaban echando humo desde el amanecer hasta altas horas de la noche.

VESTIMENTA

Para trabajar en el campo incluso por la casa,  los hombres llevaban pantalón y chaqueta de pana, y como prenda de abrigo en invierno, el famoso "capote" fabricado en los telares de la comarca; de tela muy tosca pero muy resistente al frío y al agua, les llegaba más abajo de las rodillas, con una pequeña abertura en el parte inferior, con el fin de poder andar sueltamente e incluso corre., Las mangas eran abiertas, muy prácticas para movimiento de los brazo y para cubrir la cabeza en caso de mal tiempo, la capucha correspondiente.
        El calzado consistía en los "piugos" semejantes a calcetines, ésos si que eran de  pura lana virgen procedentes de las  ovejas propias, y que las mujeres, sobretodo en invierno, además de criar los hijos y hacer la comida para la familia, se dedicaban una vez lavada la lana, a cardar, hilar y seguidamente mediante unas agujas especiales, a confeccionar estos toscos calcetines llamados  "piugos". Si el tiempo era malo, con nieve, barro o lluvia, se colocaban como defensa de esta primera prenda, unos  "piales " procedentes de piel de cordero de los que se morían  a los pocos días de nacer, ellos mismos lo curtían, y aquellos que se los sabían poner bien, una  vez puestas y apretadas las  "abarcas " con sus correspondientes correas, el susodicho calzado, podía hacer competencia  para el fin que estamos tratando,  al mejor calzado de la época.
  Las mujeres casadas  e incluso muchas mozas, vestían  "saya" larga hasta más abajo de las rodillas, y que ellas mismas se lo confeccionaban procedentes de sus ovejas, de medio cuerpo arriba,  la "chambra" abotonada hasta el cuello, las medias de lana un poco más finas que los  "piugos",  el calzado que usaban lo más corriente, eran las "abarcas" semejantes a las de los hombres.

 

 

 

 

El agua hace sesenta años en Canarias. Yarince Delgado. 17.5.10

El agua hace 60 años en Canarias.

 

Hoy en día cuando necesitamos lavarnos las manos o darnos una ducha, simplemente tenemos que acercarnos al lavamanos o a la bañera y accionar el grifo, pero muy poca gente se pregunta cómo hemos llegado a esto, porque no siempre ha sido  así de fácil. De la misma forma ocurre con los dos litros de agua potable que necesitamos ingerir a diario, mucha gente la compra en el supermercado, otras la obtienen comprándola cuando pasa el camión del agua por delante de su casa, hay quién incluso instala un filtro que potabiliza el agua que llega por las tuberías a la casa, pero hace sesenta años todo era diferente.

Hace sesenta años tenías levantarte a las seis de la mañana y después de haber comido, salías hasta el pilar de agua más cercano, pero tenías que ir equipado con un palo que se apoyaba en los hombros detrás de la cabeza encima de la nuca, el cual, tenía en cada extremo un gancho del que colgaban dos cubos donde se iba a recoger el agua. Cuando llegabas al pilar debías hacer cola hasta para poder llenar los cubos, y además tenías que prestar atención porque se solían formar conflictos en la cola pues todo el mundo quería marcharse cuanto antes.

Lo más curioso a mi entender de este sistema es lo poco que dista de los sistemas feudales del siglo XVII en el que en el interior del castillo había un fuente de la que salía agua cuando accionas una palanca. La  mayor semejanza era que obtener el agua era totalmente gratis, al igual que hace sesenta años, ya que el ayuntamiento costeaba el agua que la población necesitaba para vivir.

Sin embargo, aunque no había que pagar el agua todos los meses como se hace actualmente, esta se pagaba indirectamente a través de los impuestos. La otra desventaja era que ir todos los días a buscar agua, era una tarea muy ardua, así que en algunos sitios la familias pudientes pagaban a una persona para que recogiera el agua se las trajera a casa todos los días, estas personas recibían el nombre de aguadores y como ya hemos dicho formaban una minoría las personas capases de permitirse este lujo.

No fue hasta los años setenta cuando la gente encontró un solución para no tener que ir a buscar el agua lejos todos los días. Esta solución consistió en que se empezó a instalar un sistema de cañerías en las casas que proporcionaba agua a cualquier hora con tan solo abrir el grifo. Esta medida trajo como consecuencia que había que pagar el agua mes a mes al ayuntamiento en función de la cantidad de agua consumida, aunque luego el control del agua pasó a una empresa privada a la que hoy día hay que pagar el agua.

Todo esto se puede resumir en el gran avance con el agua no ha sido otra cosa que mandarla a las casas por medio de tuberías cobrando la cantidad consumida.

El agua. Alba Mª Del Pino Martín.Gran Canaria

                                 Como llegaba antes el agua a las casas.

 

En la edad antigua, no es como la de ahora que podemos disfrutar el agua, que viene por medios de tuberías, también hay en pozos.

Antiguamente, pasaba un barranco por donde vivían las personas  y el agua esa se utilizaba para bañarse, lavar la ropa y hacer de comer.

El agua la iban a buscar, se encontraba en pirales, que en cada barrio constaba de un pilar, servía para la comida y tomar. Muchas veces cuando llovía, teníamos que coger el agua de los riscos y se utilizaba para hacer la comida, porque en el barranco el agua venía turbia y no servía, pasaban hasta meses sin tener agua de los barrancos. Pero cerca de donde vivían algunas personas habían una piedra muy grande, el agua chorreaba en la piedra, pero las personas ponían un cacharro, caían gota a gota y lo que llenaba el cacharro, cogían el agua para lo que necesitaran, por ejemplo; para lavar la ropa, la colada, los pisos, para hacer de comer etc.

En verano, en vez de subir el agua hasta las casas, cuando las tardes oscurecían salían de sus casas y se dirigían a ducharse al barranco.

 



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Una gota de agua


El agua, la luz, parece fácil: abrir un grifo, pulsar un interruptor... pero no siempre fue así.

Al doblar la esquina. Raquel Henriquez

Todo ocurrió 5 años atrás, en un pequeño pueblo de Gran Canaria, Gáldar
En una gran mansión vivía una joven de 16 años que llevaba una vida
muy agobiante, era la hija de un gran marqués.
La joven no iba al colegio, pues le daban clases en la mansión.
Clases de etiqueta, de hípica...

Un día la joven se cansó de estar siempre encerrada en esa mansión, y
una noche decidió escaparse.

Se recorrió todo el pueblo impresionada por las cosas tan bonitas que
habían y ella nunca había podido ver.
Pasó la noche fuera de la mansión y sus padres muy preocupados la
buscaban por todas partes.

La joven buscaba un refugio para no ser encontrada, y al doblar la
esquina se encontró con un muchacho. 19 años Alto, castaño, de ojos
claros.
Se quedaron mirándose fijamente a los ojos hasta que la chica quito su
mirada y se fue a alejar.

El muchacho notó preocupación en su cara y le pregunto que qué le pasa.
La joven se lo explicó, y así el chico le ofreció quedarse con él la noche.
Ella aceptó y pasaron la noche juntos en una casita humilde que tenía
le muchacho.
A la mañana siguiente la joven se despertó y no vio al muchacho,
entonces se comió una manzana que él le había dejado encima de la mesa
y se fue al pueblo.
Entonces al doblar la misma esquina que la noche anterior se lo volvió
a encontrar.
Se volvieron a mirar como hacia horas atrás.

De repente aparecieron los guardaespaldas de su padre, y se la
llevaron a la mansión.
Y la encerraron, en su habitación.
Desde ahí no ah vuelto a ver más a aquel muchacho, que por casualidad
del destino se encontró al doblar una simple esquina y que con una
simple mirada, le robó el corazón.

Al doblar la esquina. Francisco Bautista Jorge. Gran Canaria

Todos los sábados suelo ir al mercadillo con mi abuelo. Siempre tenemos que doblar la misma esquina en la que después nos encontramos con el mercadillo de frente. Desde siempre he ido al mercadillo con mi abuelo porque aparte de ser muy interesante ya forma parte de mi rutina de los sábados. Siempre vamos al mercadillo por la tarde ya que por la mañana yo juego con mi equipo de fútbol.

Mi abuelo empezó a enfermar de cáncer y los primeros meses seguíamos yendo al mercadillo juntos como si nada pero en el cuarto mes de su enfermedad al doblar la esquina se cayó al piso y yo preocupado empecé a gritar pidiendo ayuda. Debían operar a mi abuelo para extirparle el cáncer, esta operación era muy complicada por lo que no se sabía si volveríamos a doblar esa esquina juntos antes de llegar el mercadillo.

A la semana de haber operado a mi abuelo seguía en un estado crítico pero parecía que al fin se salvaría, y así fue mi abuelo se salvó.

Todos los sábados después de su recuperación cuando doblábamos la esquina me decía -¿Te crees que te ibas a librar de este viejo tan fácilmente?

Mi abuelo aunque ya era un poco viejo era un hombre muy fuerte y yo sabía que iba a sobrevivir al cáncer.



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Al doblar la esquina. Angel Diaz Hernandez

Vine a esta gran ciudad en busca de otra oportunidad, huyendo de las responsabilidades, de las obligaciones familiares. No quería tener nada que ver con la "tradición" familiar.

Todos dijeron que no lo iba a lograr y que tarde o temprano volvería.
Estaban equivocados.

¿Estaban equivocados?

Vi en ella a la persona ideal, la víctima propiciatoria. Ya era la segunda vez que me la cruzaba, frecuentábamos el mismo pub. Me dediqué a observarla. Siempre solitaria, sentada en la misma mesa, capuchino a la italiana y libro en mano. Físicamente normal, morocha, tez pálida. Normalidad que la haría pasar inadvertida entre el resto de los viandantes, de no ser por la fuerza vital que de ella emanaba, en grado tal que parecía brillar. Así como llegaba, sola, se iba, por lo cual sería fácil seguirla y abordarla.

Y llegó el día, la noche, esperé a que se levantara y abandonara el local, y a una distancia prudencial comencé a seguirla, a cazarla. Al principio ella caminaba como si nada, hasta que al doblar una esquina noté que se apresuraba. ¿Me había visto? ¡Imposible! Una simple intuición le hacía apurar sus pasos, mientras que la esencia de su temor y los latidos de su corazón aceleraban los míos. Este juego del gato y el ratón me excitaba.Comenzó a correr por calles por las que nadie circulaba. Sólo ella y yo en la noche vasta. Y, como era de esperar, la carrera no le sirvió de nada. Nunca una presa se me escapaba.Al cruzar una plaza tratando de eludirme, sintiendo mi presencia aún sin verme, le di alcance. La tomé de un brazo y, volviéndola hacia mí, quedamos cara a cara. Nuestras miradas se cruzaron y, gracias a mi poder hipnótico, quedó fascinada.Mis ojos se posaron en su yugular que palpitaba. Los colmillos me dolían, no soportaba más esta tremenda ansiedad.Ella estaba totalmente entregada. Una vez más, mi vista se posó en su mirada y, con el último hálito de mi voz, le dije:
—No ha pasado nada. De esta noche no recordarás nada.Ella me miró sin verme. Extrañada.
Di media vuelta y me perdí por las calles desoladas.
Vencí, le gane una vez más a esta sed descontrolada.
¡Te maldigo, padre! Maldigo esta pesada carga.Vencedores vencidos - Yu

Al doblar la esquina. Tomás Rosales. Gran Canaria

En la ciudad de Bittown vivía un joven llamado Sebastián de 25 años, el era un famoso empresario en todo el mundo, lo tenía todo, dinero, amor y una mujer e hijos maravillosos. Lo malo que tenia era su personalidad, era ambicioso, mala persona y no ayudaba a la gente que lo necesitaba.

Un día caminando por la calle cerca de su trabajo al doblar una esquina ve a un vagabundo pidiendo dinero, al pasar a su lado lo mira con desprecio, no le dio dinero y se quedo pensando en que como la gente se intenta aprovechar de la gente que trabaja, que piden para ganarse la vida de una forma fácil, Sebastián pensaba que los que pedían en las calles eran unas malas personas y solo lo hacían porque no les gustaba trabajar.

Ese mismo día en la tarde Seba llegó a su casa y estaba su abogado, el abogado le dijo que había tenido un mal negocio y que había perdido el 10% de su fortuna.

Sebastián no se preocupo porque el dinero era lo que más tenía y por perder un poco no pasa nada, decía que ya lo recuperara.

Desde ese día empezaron los malos negocios y poco a poco empezó a perder su fortuna, después de dos años no tenia como pagar las cuentas, no podía satisfacer los caprichos de sus hijos ni los de su mujer.

Luego de un tiempo perdió la casa, los pocos amigos que tenia le dieron la espalda, poco a poco fue perdiendo sus muebles y su esposa se había ido con sus hijos donde su madre. Estaba solo no tenía casi nada, solo era cuestión de tiempo para que le embargaran lo poco que le quedaba.

Dos meses luego de toda esta desgracia Sebastián tuvo que irse a vivir a la calle ya que no tenía nada, sus familiares no le hacían caso por ser tan malo y los que decían ser su amigo no le querían ayudar. Había llegado a lo que él antes más despreciaba, a ser un vagabundo.

Cuando fue en busca de un lugar en la calle para dormir se encontró con el vagabundo que no quiso ayudar cuando doblo aquella esquina. El vagabundo lo miró humilde y le ofreció ayuda, Sebastián se emociono, le pidió perdón, lloro por ser tan malo, se dio cuenta de todos los errores que había cometido con tanta gente que quería y todas las cosas malas que había hecho, también se dio cuenta que algunas personas que viven en la calle es por la mala suerte y no pueden encontrar trabajo o por las circunstancias de la vida. Sebastián y el vagabundo llamado Jaime se hicieron muy buenos amigos.

El ex-empresario 1 mes después de quedar en la calle encontró trabajo y empezó a salir delante de nuevo. Después de un tiempo alquilo una casa y su vida empezó a mejorar, también llevo a vivir a Jaime con él y le ayudo para que trabajara junto a él. Resultaba que Jaime había estudiado pero con la crisis y la mala suerte quedo en la calle.

Mucho tiempo después estos seguían siendo amigos, hicieron una empresa juntos y se hicieron muy exitosos, también crearon una fundación para ayudar a la gente más necesitada ya que ellos también habían pasado por aquello.



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Al doblar la esquina. Alberto González Almeida

Al doblar la esquina, vi a un gentío en circulo, coches de policía y una ambulancia, cerca de mi portal, las personas tenían las caras desencajadas y atemorizadas. Al acercarme e infiltrarme entre la multitud, lo comprendí, en el centro había un cadáver, el cual era irreconocible, debido a la cantidad de sangre y las desfiguraciones de su rostro, seguramente sufridas por una caída desde gran altura.

Entre la multitud se escuchaban comentarios y susurros, de los cuales pude saber que se suponía que había sido un suicidio. En ese momento sentí lástima, pero luego ese sentimiento se transformó en odio y asco, porque consideraba que acabar de esta forma, era penoso y propio de un cobarde terminar con tus problemas de esta manera tan ridícula. Pensé que seria el vecino del 6º, porque era un hombre que siempre tenía una actitud negativa, un rostro triste y apenado. Pero enseguida cambié de opinión al levantar la vista y verlo entre la multitud, me dió la sensación de que en su rostro, había una leve sonrisa, seguramente le satisfacía pensar que había alguien mas infeliz y con mas problemas que él, en ese momento sentí repudio hacia esa persona. De repente veo que de entre la multitud sale una mujer con una expresión en la cara de terror, que atraviesa el cordón policial y a los agentes que intentaron detenerla. Se acercó al cadáver muy lentamente, como con miedo, e inesperadamente, estalla en un llanto inconsolable gritando un nombre.-¡José! ¡Joséeee!. En ese instante me recorrió la espalda una sensación de terror, me acerque más para poder ver bien a la mujer. Estallé en un llanto inconsolable, no podía creer lo que estaba viendo. Nunca olvidare el día en el que vi a mi madre llorando enzima del cadáver de mi hermano José.



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Al doblar la esquina.Cristian Pérez

Era una mañana fría de invierno,yo andaba caminando por mi pueblo con mi perro cuando de pronto al doblar la esquina nos encontramos con unos viejos amigos que no veía desde hacía seis o siete años.Se me erizaron los pelos cuando lo ví,luego se me pusieron los pelos de punta cuando con una alegre voz me saludó.Yo no me lo creía,pero era cierto,allí estabamos como en los viejos tiempos,dos viejos amigos.
Fuimos a dar un paseo,él me dijo que estaba aquí porque había venido al entierro de su abuela.Eso me hizo sentir mal,pero él dijo que no pasaba nada,que son cosas que pasan.Solo se quedaba un día y después volvía a Holanda,donde se había ido a vivir porque su padre tenía que trabajar allí.
Al día siguiente,quedamos para estar juntos un rato,pasar el día hablando y contarnos cosas que nos han pasado ultimamente,porque se mudó tan rápido que no nos dió tiempo a despedirnos.Pero ese día me dió una de las mejores noticias,se venía a vivir de nuevo porque habían heredado la casa de la abuela y entonces,desde ese momento,pasamos muchos días juntos,como los grandes amigos que eramos.Todo sucedió al doblar aquella esquina

Al doblar la esquina. Mélani Jordán Reyes. Gran Canaria

Era media tarde, todavía estaba el sol en todo su esplendor y por eso elegí el banco que estaba al fondo del parque, a la sombra de un gran árbol. Llevaba ya un rato sentada cuando las campanadas del reloj de la iglesia me sobresaltaron. Uno, dos, tres, cuatro, cinco – todavía me queda media hora. Habíamos quedado a las cinco y media, yo quise ir antes para intentar relajarme porque me había pasado todo el día dándole vueltas a la cabeza y la noche anterior a penas había podido pegar ojo.

No estoy dispuesta a seguir tragando, ya le he dado varias oportunidades y siempre sigue haciendo lo mismo. Le voy a dar un ultimátum, sus amigos o yo. En los tres años y medio que llevamos saliendo siempre ha antepuesto sus amigos a mí y no es que yo sea una acaparadora, pero si ha quedado conmigo, que no se invente escusas para irse con ellos porque una vez está bien, dos, tres, pero son muchas ya y no aguanto más,

Estaba distraída cuando oí unas risas a lo lejos que era inconfundibles. Era Ismael con dos de sus amigos. Como siempre, yo preocupada pasándolo mal y a él da la impresión que todo le resbala, que no me toma en serio. Me estoy dando cuenta que en el fondo es un inmaduro. No merece la pena alargar más esta relación basada en lo bueno que has vivido.

Levanté la cabeza para ver por dónde venía y lo veo doblar la esquina. Una vez más me había dejado, pero ya se acabo y sin explicaciones porque no se las merece.

Al doblar la esquina- Fran Ramos López - Gran Canarias

Todo ocurrió uno de los mejores veranos de mi vida donde conocí a aquella chica tan hermosa. La conocí mientras yo iba hacia mi casa pensaba en encontrarme con esa chica que tanto deseaba, pero sabía que era imposible de encontrármela y poder hablarle, porque siempre he sido un poco vergonzoso y sabía que no sería capaz de hablarle y por eso es que me da un poco de corte verla porque haría el ridículo delante de ella y pasaría de mí para siempre.

Entonces mientras pensaba todo esto, iba caminando por la calle y llegue a una esquina y la doblé y me tropecé con una chica joven y me quedé todo preocupado porque le había tirado todas sus carpetas y libros al suelo ya luego al ver quien era me quede de piedra no sabía que hacer ni que decir entonces le pedí perdón, le pregunte que como se encontraba después de haberle recogido sus cosas del suelo, entonces ella me contesto con esa voz de ángel que tiene que no pasaba nada que se encontraba bien. Luego de haberme contestado como se encontraba seguí para mi casa con una sonrisa dibujada en mi cara por haber podido hablar con ella. Al día siguiente la vi sentada sola en un banco del parque y decidí de ir a sentarme junto a ella y hablar, pero no sabía que hacer porque tenía vergüenza pero entonces pensé que si iba y me sentaba con ella e intentaba hablar con ella no perdería nada que no tenía por qué tener vergüenza. Así que fui y me senté al lado de aquella chica en la que pensaba sin parar, ya una vez sentado le hablé y nos fuimos conociendo poco a poco y me cayó demasiado bien y creo que a ella también le caía bien. Y cada vez que veía su sonrisa mientras le hablaba me enamoraba cada vez más. Pasaron los días y siempre nos dejábamos ver en el mismo banco, un día ya no podía mas y tuve que decirle que me había enamorado de ella que si ella no sentía lo mismo por mi daba igual que había sido esas semanas junto a ella de las mejores de mi vida que nunca había sido tan feliz, entonces ella me dijo que también sentía algo por mi , ya ahí yo me quede sorprendido y no puede aguantar mas y se lo pedí que si quería salir conmigo, ella respondió a esto que sí.

Y desde ahí no nos hemos dejado de ver nunca. Así fue como nos conocimos ella y yo aquel verano.

Al volver la esquina. Heriberto José Gil Moreno. Gran Canaria

Una mañana de enero en un lugar llamado Guía, al volver la esquina Juan se encuentra con un perro de color negro con manchas blancas, el perro se para delante de él. Moviendo ágilmente la cola se dispone a darle un sobre que llevaba en su bonito hocico. Juan, muy sorprendido lo acepta y se dispone a leer la hoja que iba dentro. Hola, Juan, soy Manuela ¿te acuerdas de mi? Jaja soy la chica que conociste el día que estabas sentado en la plaza tomándote un clipper de fresa. Espero que te acuerdes de mí. Te he enviado esta nota para ver cunando podíamos quedar en el sitio en el que te conocí, si tu quieres.

Juan sacó su apreciado bolígrafo que solía llevar siempre en su bolsillo de la camisa y empezó a escribir: hola, ¿que tal? espero que estés bien; como yo. Pues sí, me acuerdo de ti, como no me voy a acordar con lo bien que lo pasamos aquel día en la plaza, yo tomándome el clipper y tú derritiéndote por mí. Pues a mí no me parece mal la idea de quedar un día pero me gustaría quedar en otro sitio dónde yo domine mejor el ambiente. Aquí te escribo mi número de móvil para que me llames y me digas que día y a que hora quedamos y donde.695751535. Hasta pronto. Le devolvió la hoja al perro y dándole un suave y cariñoso golpe en el lomo ambos siguieron su destino. Dicho sea de paso que Juan iba a su trabajo que era embotellando clipper de fresa e las botellas que después saldrían al mercado.

Por la tarde una vez llegado a su casa sonó el móvil y no podía ser nada más y nada menos que la indudable Manuela. La chica desesperada por oír un sí le pregunto que si le vendría bien aquella noche a eso de las nueve en la casa de ella. Juan le comentó que seria mejor quedar en el lugar donde el perro le había dejado la nota. Y ella respondió un sabroso sí. A Juan no le quedaba otra que asistir a la sita, así que fue asta su ropero para preparar la ropa que se pondría.



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Al volver la esquina. Yoana González Castellano.

Era una calurosa tarde de Julio, hacia un día asombroso, el sol brillaba y vestía un amarillo precioso que contrastaba muy bien con el claro azul del cielo. A ellos se les sumaban las maravillosas criaturas que por el cielo merodeaban. Decenas de familias salían de sus casas para pasar una buena tarde a orillas del mar, pues hoy se celebraba la típica fiesta de julio en las playas valencianas. Así que decidí dar un paseo por las acogedoras calles de esta ciudad.
Había un gran alboroto, típico de un día como este.
No quería seguir allí, así que me aleje del tumulto y continué mi paseo, esta vez alejándome de mi rumbo inicial, me dirigí hacia el centro de la ciudad. Mientras más me alejaba de la zona costera el murmullo se iba apagando, así como las calles iban perdiendo transeúntes. Me impresionó ese silencio en pleno centro de Valencia, lo creí un sueño, estaba relajada.
Sin embargo, cuando pensaba que hoy sería un día de la fiesta de julio común, como el de otros años, me equivocaba. Al volver la esquina todo pareció oscurecerse ante mis ojos. Lo que antes me parecía un día maravilloso y veraniego, se convirtió en un día triste y nublado de invierno. No daba crédito. Un hombre de unos treinta años de edad yacía en el asfalto, muerto, destrozado por el impacto de un vehículo que en ese mismo instante había huido a la velocidad de un rayo. Era un furgón, un Citroën Berlingo rojo. Rojo como la sangre de ese pobre hombre, rojo como el corazón que late para crear vida, pero que ya se ha vuelto negro, que ya no late para esta victima de la fatalidad, de la casualidad, o no.
No era una estampa agradable la que experimente. No. No se trataba de un muerto en medio de la principal avenida de la ciudad de Valencia lo que mas me acongojaba. Era el silencio de una ciudad vacía, como desierta, como si los únicos que hubiéramos sobrevivido a una destrucción del mundo fuéramos ese hombre y yo, con un desenlace fatal para el primero.
La parte frontal del vehículo había impactado contra su cráneo. Había perdido numerosos huesos occipitales, trozos de musculo, se dejaba entrever el húmero, un brazo había sido cortado de cuajo por un capó convertido en cuchillo.
Y ahora quedaba yo, solitaria, sin ayuda, ya no podía hacer nada por ese desconocido. Cogí mi móvil, no tenia cobertura, no había nadie, no podía avisar a nadie, solo quedaba esperar.
Nunca había visto una imagen semejante. El día de la fiesta de julio de 2009 nunca se me olvidara, y las consecutivas no serán iguales. A partir de ese día mi vida habrá cambiado. Todas las noches me atormenta esa visión. Todas las noches se me hacen interminables, no hago otra cosa más que pensar en ese momento.


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Al volver la esquina. Juan Manuel Medina.

Al volver la esquina, tu vida puede cambiar en un santiamén y esto es lo que le ocurrió al protagonista de esta historia real , Juan.

Juan era un niño nicaragüense que vivía en el departamento de Matagalpa en el seno de una familia acomodada. Su padre había nacido en Nicaragua y su madre en España, ambos se conocieron en Madrid y cuando decidieron casarse, su madre deja todo y se marcha al país centroamericano.

Juan era el segundo hijo de los cinco que tuvo el matrimonio, y como no, el mimado de la abuela. Su infancia la pasó felizmente entre las estrictas reglas maternas y los consentimientos de su abuelita a la que adoraba con todo su corazón. La mayor ilusión de Juan durante este periodo era la llegada del fin de semana, ya que era el momento de dejar colgado el uniforme del cole u los libros aparcados en las estanterías e ir a la finca donde vivía su abuela. Allí podía jugar a ser un Robin Hood ya que estaba siempre ayudando a los niños de los trabajadores de la finca, aunque el también aprendía mucho de ellos. Jugaban a montar a caballo , ir en canoa por el río, a matar iguanas y a subirse a los arboles a coger sus frutos. Lo mas que le entristecía a Juan era cuando tenía que separarse de su abuela cada domingo por la tarde, cuando el chófer venia a buscarlo para que regresara con sus padres, ya que el lunes tenía que regresar al colegio. Muchos domingos se hacia el enfermo, a ver si así podía permanecer un día más allí en la finca. Su madre sabia cuales eran las artimañas de su hijo, y siempre le advertía al chófer que lo trajese, aunque estuviese enfermo.

A la edad de trece años esta infancia feliz y los proyectos de familia se ven truncados porque se inicia una cruel guerra civil. Juan no solo tiene que separarse de su adorable abuela. De sus padres, sino salir del país para evitar así tener que alistarse obligatoriamente, con tan corta edad, al ejercito.

En un principio, el creyó que se venia de vacaciones a España , y así estuvo engañado tres meses. Pero una noche su madre tuvo que hablar con él y sus cuatro hermanos. Les explico que solo podían regresar a nicaragua los tres más pequeños, pero su hermano mayor y él tenían que permanecer en España, ya que si regresaban al país que los vio nacer tenían que ir a luchara la montaña.

Juan se creía invencible, y no le importaba regresar con tal de volver a ver a su abuela y regresar a su adorable nicaragua, pero era inconcebible. Para sus padres, la decisión ya estaba tomada, permanecerían los dos en España. Juan tendría que ir a vivir a las Islas Canarias con sus tios y su hermana permanecería con su abuela materna en Madrid.

¡Cómo cambió la vida para esta familia y estos dos adolescentes!

Estuvieron sin podre regresar a su país por un periodo de quince años.

Juan lo pasó muy mal los primeros meses. Se pasaba las tardes sentado en la ventana mirando al horizonte, pensando en su Nicaragua, y en su abuelita. Pero este adolescente se hizo aún mas adulto cuando su tía le comunica que su abuela había fallecido. La vida lo había hecho madurar muy rápido, pero sin odio ni rencor.

Hoy en día, ya establecido en España, recuerda su país, y sobre todo sus años de infancia con gran amor y dulzura, sentimientos nobles y sencillos, de un niño al que la guerra le había robado todo:

Su familia, sus amigos, y en especial a su querida abuela.

¡La guerra que todo lo cambia!

Entre todos hagamos que no aparezcan más guerras a la vuelta de la esquina.



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