Un nuevo y soleado día de primavera, asomaba por la ventana de Pablo. Tras despertarse, bajó veloz y contento a la cocina, pues hoy se celebraría el cumpleaños de su hermana Marta. En ella, se encontraba su madre. De repente, apareció Marta muy triste, contando, con ojos llorosos, que un perro le había roto su peluche. Su madre y su hermano intentaron consolarlo, pero el intento fue en vano pues corriendo se encerró en su habitación, ignorando además, que hoy era su cumpleaños.
Pablito, decide prepararle una fantástica fiesta de cumpleaños. El y su madre comenzaron a preparar un fantástico queque con un bonito molde con corazones, una gran piñata, dulces, etc. Todo estaba quedando genial, pero aun faltaba algo importante, el regalo. Rápidamente, fueron en busca de este por varias tiendas. Buscaron y buscaron pero no encontraban el adecuado. Pero enseguida, Pablo dirigió su mirada hacia un peluche disfrazado de payaso y lo compraron.
Al llegar a casa comenzó la fiesta. Todos estaban contentos excepto Marta, quien aun reflejaba en su cara la tristeza. Pablo le entregó el regalo y a medida que lo iba abriendo su cara cambiaba, de tal manera que al verlo le robó el corazón, a este lo llamó Doby.
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