Pedro, a pesar de sus 12 años, estaba inquieto y tenía miedo. La noche había caído y se encontraba metido en su cama. Sin embargo, no conseguía conciliar el sueño. ¿Qué es todo esto? Se preguntaba. Desde su cama, podía apreciar una figura enorme e inmóvil en frente de él, como una silueta de un hombre mirándolo sin apenas moverse. Al lado del hombre misterioso observó un animal extraño, de 5 patas, una bestia que le dejaba sin aliento. Pero lo que más pánico le daba, era el contorno de "algo" que corría de un lado a otro de la habitación. Era tanto el miedo que tenía que decidió llamar a su madre. Ésta, preocupada llegó corriendo a la habitación y encendió la luz. El misterioso hombre pasó a ser la lámpara que desde siempre había estado en el cuarto de Pedro. La bestia no era bestia, era la silla de su mesa de estudio. Y ese "algo" que correteaba por su habitación era su perro, la mascota de la casa, que al igual que él, no podía quedarse dormido. La película de miedo que Pedro había visto por la tarde, se sumó a su imaginación y ambas le jugaron una mala pasada.
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