Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

al volver la esquina. Oscar Mendoza. Gran Canaria.

Todo comenzó en un pueblecillo donde vivían Javier y Luis. Entre tantos amigos ellos eran los más allegados y los más inseparables. Javier tenia 17 años y vivía en un 5 piso junto al parque y Luis que es de la misma edad y vive en el 4 de ese mismo piso, desde la infancia ya estaban unidos. Hoy en día lo siguen estando ya que están en la misma escuela e incluso la misma clase sus tardes también la compartían ya que practicaban futbol en el mismo equipo. Los fines de semana solían pasarlo en la esquina del parque junto a unos cuantos amigos más, allí charlaban, contaban chistes, e incluso comer pipas. Así trascurrían sus semanas en aquella apartada esquina donde no dejaban de ir ningún fin de semana aquellos grandes amigos.

Un día a los padres de Luís se les presento un problema en el que marcharse por unos meses. Al comentárselo a Luis el se negó decía que allí estaban sus amigos, sus estudios es decir parte de su vida.

Luis fue corriendo a contárselo a su mejor amigo y este no se lo podía creer, le dijo que no pasaba nada que como buen amigo siempre lo iba a tener presente.

Los padres le insistieron hasta convencerlo a pesar de toda imposición que puso Luis.

Llego el día de marcharse y Luis estaba muy apesadumbrado. Cuando ya tenía las maletas en el coche vio venir a un niño bajando las escaleras corriendo y con un rostro triste y desencajado.

Era Javier, había bajado a despedirse de su amigo y sus palabras fueron: Nos vemos al volver la esquina.

El chico con su rostro pálido vio como se marchaba su amigo peor con la esperanza de que su vuelta fuera en un tiempo no muy lejano.

Pasaron unos meses y era sábado Javier se encontraba en la esquina con un compañero de clase y al volver la esquina vio aparecer un coche que le resultaba familiar y se bajo de el su gran amigo Javier.

Y Luis antes de darle un gran abrazo le dijo:

- amigo mío se han cumplido tus palabras.

Al volver la esquina. Haydee F.G. Gran Canaria

En un pequeño pueblo de Buenos Aires vivía una niña con su madre y su padre. Su padre era médico y por asuntos de trabajo tuvo que viajar a Londres.

En Bueno Aires lo dejó todo y se marchó muy triste. Al llegar a Londres se instalaron en una casa rural que era muy grande lo que quedaba un poco apartado de todo lo demás aunque había también otras pequeñas casas situadas cerca de ella.

A María le gustaba mucho salir y caminar y pasar las horas entretenida con la naturaleza.

Un día hacía un Sol estupendo y decidió salir a dar una vuelta con su bicicleta. María iba muy entretenida cuando de repente tropezó con una piedra. Ella se callo y sus gafas se echaron a rodar un poco lejos de ella. Para María todo paso muy rápido pero levantó la vista y vio a un apuesto joven que le estaba dando sus gafas.

Ella se quedó atónita y no sabía que hacer. Enseguida cojió las gafas y le dio las gracias mientras iba observando todas sus fracciones.

Mantuvieron una charla muy amena. El le dijo que su nombre era Carlos y era de una de las casas que estaban al lado de la suya.

El le dijo que vivían pocas personas jóvenes por allí pero ya que ellos eran de la misma edad el se ofrecía a ser su guía e integrarla un poco en la cultura para que se le hiciera más fácil todo e incluso ir al instituto.

Carlos cumplió con su palabra y el primer día de clase de María el la fue a buscar y la llevó hasta donde cojían el autobús y después siguieron juntos.

Al llegar se separaron y cada cual fue a su clase y a la salida Carlos esperaba a María para volver a casa.

Cundo llegaron el la despidió en una esquina de la granja que queda cerca de la casa de ambos y se despidieron.

Así transcurrieron los días el muchacho la esperaba y después la despedía en la granja.

Fueron pasando los días y María se dio cuenta de que estaba empezando a sentir algo por aquel alegre muchacho. Ella decidió contárselo y el le dijo que ese sentimiento era muto y decidieron hacer sus sueños realidad.

Carlos y María empezaron ya a verse con otros ojos que no eran los de amigos y aquellas despedidas en la granja ya eran más duraderas donde los muchachos se contaban sus sentimientos.

Así transcurrió toda la historia donde todo parecía ser sacado de un libro de princesa pero todo no podía ser tan especial.

Cuando los padres de ella se enteraron le dijeron que no podía seguir con esa relación ya que el era un pobre campesino y sus padres tenían mala fama.

La niña corrió enseguida en busca de su amor y efectivamente se lo encontró allí al volver la esquina en la pequeña granja.

Hablaron y María le contó todo. Carlos le dijo que eso no era cierto que sus padres eran pobres pero personas muy sinceras e incapaces de hacer algo incorrecto.

María estaba muy triste y paso una semana donde no hablaba con nadie solo se veía a escondidas con su amor.

Carlos un día le dijo que hablará con sus padres que le dijera que la clase social no importaba en el amor pero los padres de María no le hicieron caso y le prohibieron seguir viendo aquel muchacho.

A pesar de toda prohibición María y Carlos se siguieron viendo en aquella granja al volver la esquina.

Al volver la esquina. Alba D.G: Gran Canaria

Una noche de verano, con ese calor que se pega al cuerpo y hace que sea muy molesto realizar cualquier cosa, donde la gente de aquel pueblo costero se había echado a la calle para coger un poco de fresco de la noche e incluso algunos se atrevían a bañarse a orillas del mar. Reinaba la tranquilidad. Ana no se imaginaba ni por un instante, que esa noche que se encontraba con sus amigos, dando un paseo por la arena, cambiaría su apacible vida.

Esa noche la había pasado con los amigos del pueblo, que llevaba tiempo sin ver, dado que su familia vivía en la ciudad. Habían ido a comer algo en la avenida marítima, en el restaurante italiano de siempre. Después, recorrieron la playa completa a pie e incluso alguno de ellos pensó para sí bañarse en ropa interior, pero como inevitablemente el tiempo pasa, ya no tenían la misma confianza entre ellos para hacer ese tipo de cosas.

Ana, soñaba con que el tiempo no pasara, y que siempre pudiera estar allí rodeada de sus amigos y en su lugar preferido, la playa de su pueblo, el sitio donde había aprendido a nadar, donde tenía sus amigos y a su verdadera familia.

Después del paseo por la playa el grupo de amigos decidieron ir a la plaza y pasar allí un buen rato para recordar viejas historias y contarle a Ana las nuevas anécdotas ocurridas en su ausencia. Pero antes de llegar, al volver la esquina vieron como un hombre que intentaba acuchillar a una chica. El hombre al verlos hecho a correr. El miedo que sintieron les paralizó. No sabían que hacer. Ana se acerco a la chica le tomó el pulso y llamo a una ambulancia. Fue con ella hasta el hospital. La acompaño toda la noche hasta que despertó. Estuvieron hablando mucho rato. La chica se llamaba Sonia tenia su misma edad y no era del pueblo. Había venido de vacaciones al pueblo y aquel hombre se había ensañado con ella por negarse a darle su cartera.

Se hicieron amigas enseguida, Sonia salió de hospital dos semanas después del incidente, en ese tiempo ya todos los amigos de Ana eran también sus amigos.

El verano después de aquella noche cambió su rumbo, ya que, la familia de Ana decidió instalarse en el pueblo de nuevo, ya que, a su padre le surgió un trabajo en un bufete de abogados, y estaba encantado con la idea de poder ejercer su profesión en un lugar sin tanta presión como en la ciudad en que vivían.

La familia de Sonia, a pesar del incidente ocurrido habían pasado unos días fantásticos en el pueblo, estaban muy contentos con el trato de la gente del pueblo, de su hospitalidad y su trato tan agradable. Los padres de Sonia se plantearon la posibilidad de instalarse en el pueblo, y como tenían conocimientos de negocios de hostelería decidieron instalarse en el pueblo montando un negocio, exactamente una pizzería.

Una vez instalados los padres de Sonia, ésta se matriculó en el mismo instituto que Ana. Con el tiempo se creó entre ellas tanta complicidad y una amistad increíble



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Al volver la esquina. Yarince Delgado

Me levanté como hago todas las mañana a las ocho y media, intentando ser metodico porque si he llegado a una conclusión en esta vida es no hay ninguna virtud que este a la altura de la voluntad. Tener controlada cada hora del día para aprovecharla al máximo hace que mi rendimiento en todas las áreas mejore, tanto en el trabajo como en la vida cotidiana.

Sin embargo no siempre he sido así pues arraigar en la mente los hábitos deseados no es tarea fácil ni de lejos y no es algo –Al contrario de lo que yo pensaba- qué se pueda conseguir de la noche a la mañana, no es como si uno se dice a sí mismo “Mañana voy a cambiar”.

Aunque no voy a mentir, estoy seguro de que tuve algo de ayuda, hubo un “no se qué” el cual me hizo darme cuenta de que no podía seguir de la forma en que estaba. Mi propia vida me asqueaba. No era capaz de levantarme antes de la diez ni acostarme antes de las dos, siempre decaído sin ganas de nada ni tan siquiera de vivir. Para mí los días eran eso, solo días, los cuales había pasar sin remedio.

Fue la mañana de un domingo cuando doblé la esquina de aquella institución desconocida y me percate de un llamativo carterlillo tirado en el piso cuyo título me atrajo como imán que atrae a un tornillo, Su encabezado rezaba:

“Esta es tu oportunidad para sacar ventaja a la desidia”

Y aquí estoy, después de meses de perfeccionamiento puedo decir que no soy el mismo, ha sido duro pero ya no soy el mismo.

Al volver la esquina. Adrián Rodríguez Castellano. Gran Canaria

AL VOLVER LA ESQUINA

Era un día normal de invierno, yo acaba de salir de mi casa para ir a hacer algunas compras, pero cuando volví la esquina vi a una persona que creí que nunca volvería a ver. Se trataba de la chica de la que había estado enamorada toda mi infancia y mi juventud hasta que nos tuvimos que separar. Su nombre se me había olvidado en las grandes profundidades de la mente, aunque lo quise recordar no pude.

Quería acercarme y saber si se acordaba de mí pero no podía, me había puesto tan nervioso de volverla a ver que no podía ni mover un músculo. Al cabo de un par de minutos me había calmado y fui a hablar con ella. Al final, ella sí se acordaba de mí y me contó como le había ido su vida lo que le había pasado desde que nos separamos y me dijo que también estaba enamorada de mí, que aunque hubiera tenido tantos novios siempre guarda un lugar para mí en su corazón

Al volver la esquina. Meritxell Mendoza. Gran Canaria

Todo ocurrió años atrás, en un pequeño pueblo del norte de España que se encontraba a varios kilómetros de la ciudad. Allí, en una pequeña pero acogedora casa vivía Libia. Era una joven de 17 años que llevaba una vida aparentemente normal; un grupo de amigos, le gustaban las fiestas, viajar, la música… pero escondía un secreto que nadie había descubierto nunca.

Todas las noches Libia comprobaba que sus padres y su hermano mayor estuvieran profundamente dormidos para salir y verse con un gran amigo. Tenía que tomar esa medida porque su familia no confiaba en él, ya que hacía poco tiempo que se instaló en el pueblo.

Mantuvo ese secreto durante unos tres años, pero no pudo seguir guardándolo mucho tiempo más. Una noche, al igual que otras muchas, Libia salió de su casa a encontrarse con David, su amigo, el cual la esperaba muy nervioso y con ansias. Ya sobre las dos de la mañana la vio aparecer doblando la esquina que la llevaba hacia él.

Todo ocurrió sin ella poderse defender ni saber cómo actuar. David lo tenía todo bien planteado. La llevó a su casa, abusó sexualmente de ella y la golpeó hasta quedar inconsciente.

Esa noche él durmió en un hotel e intentó huir, pero era tarde. Libia había despertado mucho antes de lo previsto y avisó como puedo a las autoridades, que gracias a sus declaraciones y huellas que quedaron en el lugar de los hechos pudieron dar con él y encarcelarlo por muchos años.

Libia se dio cuenta de las insistencias de sus padres y se sentía muy mal por no obedecerlos. Le pareció un buen ejemplo para aplicarlo al dicho que dice que de nuestros errores se aprende.



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Al volver la esquina. Patricia Tacoronte. Gran Canaria

Al volver la esquina

Tuve que irme a estudiar periodismo a Madrid, en la Universidad Nebrija, dejando atrás a mis seres queridos. Me costó adaptarme pues estaba acostumbrada a las carreteras y a los medios de transporte de mi isla natal, Gran Canaria. Al principio me fue bastante mal, no conocía a nadie y no me podía permitir pagar el alquiler del piso que unos tíos de mi amiga Sara me habían dejado, así que lo único que encontré fue un albergue, era económico y acogedor. Allí fue donde lo conocí, trabajaba de vez en cuando de mantenimiento en el albergue, pues el albergue era de su padre, aunque en su vida diaria era un cabo del ejército.

Fue justo a las dos semanas de alojarme allí cuando tuvo que reparar las cerraduras de mi habitación, era un chico alto, ojos claros, moreno, en fin… me llamó mucho la atención. Cuando nos vimos, hubo un flechazo, los dos nos miramos fijamente y la mirada lo decía todo. Desde entonces, habíamos coincidido todas las mañanas, cuando yo me dirigía a la Universidad y él entraba a trabajar. Al mes y medio de alojarme allí, fue cuando empezamos a tener comunicación, siempre que terminaba de trabajar me invitaba a cenar, pero yo no podía permitirme ese lujo, pues tenía que estudiar, así que de tanto insistir una noche le dije que sí y desde esa noche quedamos muy a menudo.

Estuvimos casi dos meses viéndonos y como era normal, la confianza había aumentado. Nos teníamos un cariño muy especial y ya había abrazos, caricias, besos… Se podía decir que ya había sentimientos mutuos y que ya éramos algo más que amigos. En tan poco tiempo había sentido muchas cosas, ya formaba parte de mí y cada vez lo necesitaba más.

Fue el día menos esperado cuando tuvo que irse a África durante un tiempo muy largo, pero que ni él mismo sabía. La despedida fue muy triste pues no sabía cuando lo volvería a ver, si tal vez pronto o tal vez nunca…

Me prometió que me escribiría, aunque siempre esperé esas cartas. Pasaron ocho meses y no sabía de él, no sabía si seguía vivo o no. Yo seguí casi sin fuerzas mis estudios y fue ese día cuando como cada mañana me dirigía a la Universidad y al volver la esquina estaba allí esperándome. Tuvo que darme muchas respuestas a mis preguntas pero todo me sirvió para saber que nunca se pierde la esperanza.