Érase una vez, una joven bruja a la que le encantaba la naturaleza. Un día, ella estaba dando un paseo por el bosque, y se encontró con un ramo de rosas tirado en medio del sendero. Los cogió, lo olió y pensó que eran las flores más bonitas con las que se había cruzado.
La joven bruja siguió su camino con el ramo de rosas en la mano, y lo hechizó. De repente, las flores cobraron vida, y empezaron a hablar con la chica. Le contaron que alguien las había arrojado al suelo en un acto de enfado y, entonces, todas las flores juntas empujaron a la bruja hasta que ésta cayó al suelo y se rompió una pierna. Las flores pagaron su enfado con la chica, y la dejaron abandonada, en señal de venganza.
Finalmente, la joven perdió la pierna y se pasó el resto de sus días sentada en el sofá de su casa, maldiciendo el día en que se topó con las flores.
Cuenta la leyenda, que la joven talló con sus propias manos un tronco de árbol y le dio forma de flor con pétalos en forma de pincho. Y desde ese día, las rosas crecieron con espinas alrededor de su tallo para que no le pudiese pasar a nadie lo que pasó a ella.
Historia inventada a partir de objetos recortados de revistas. Los objetos son: Una chica a la que le falta una pierna (la joven bruja), un sofá (sofá de la casa de la bruja) y una flor de madera con pinchos (flor que talló la bruja)
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