UNA TARDE CUALQUIERA.
Mi nombre es Pedro Fernández, soy un chico que cursa segundo de la ESO aunque tengo 15 años debido a unos problemas en mi infancia. Procedo de España pero vivo en Finlandia con mi tío precisamente por los problemas ya mencionados. Estudio en un internado mixto, pero los chicos y chicas son separados, solo coincidimos en los ratos libres. Tengo una novia que casualmente también es española y estudia en el internado. Debido a que entre semana nos tenemos que quedar a dormir en el antro y nos separan por género no la veo mucho. De modo que cuando único puedo acceder a su compañía es los fines de semana. La conocí casualmente en un partido del equipo de rugby de la escuela. Ella es animadora y yo soy el quarterbag del equipo, yo suelo ser un poco lanzado en lo que a ligar se refiere y cuando la vi no dudé un instante. Comenzar la relación nos llevó un tiempo debido a la poca constancia con la que nos veíamos, pero estaba seguro que era el amor de mi vida. A diferencia de mi ella vive con sus padres, tiene catorce años recién cumplidos y es muy inteligente y tierna. No es muy alta, pero es capaz de llevarme al cielo con sus brazos en cuanto me rodea con ellos. Lo primero en lo que me fije de ella fue en su carita angelical, si Da Vinci la pintara en lienzo sin duda superaría La Mona Lisa. Por ella estoy dispuesto a hacer lo que sea y quiero verla todos los días de mi vida sin hacer ninguna excepción, es por eso que una tarde cualquiera nos fugaremos juntos. Será nuestra historia de amor. Así que tan pronto lo pensé se lo propuse. Pero no obtuve la respuesta que esperaba, ella se había fijado en otro chico. Una tarde cualquiera, nuestra historia de amor se rompió en mil pedasos, y ni la mas bella de las mujeres puede ahora reconstruirla, pues ya no creo en el amor.
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