Era viernes, por una parte estaba contenta porque ya llegaba el fin de semana, pero por otra estaba desilusionada ya que no podía ver más al chico que me gustaba hasta el lunes. Estábamos en la hora del patio, mis amigas estaban haciendo planes para esta tarde. Yo no podía salir, me tenía que quedar cuidando de mis primos Mario y Carlos. Llegó la hora de irse a casa, menos mal, no aguantaba más en aquella aula maloliente.
Cuando iba saliendo por la puerta principal que daba a la calle, Roberto, el chico que me gusta, se me acercó. Me dijo que si tenía planes para hoy, yo le respondí que me tocaba de canguro con mis primos. Suspiró y me dijo: ¡Que pena! Yo le pregunté el ¿por qué? Me dijo que se tenía que ir de viaje unos meses fuera de la isla, con sus padres, por un asunto de negocios. No me lo podía creer, Roberto se iba a ir esa misma noche. No podía dejar a mis primos solos y no tenía más remedio que fastidiarme. Él se despidió de mí, me dijo que esperaba que algún día volviéramos a vernos. Le contesté lo mismo y me fui para mi casa. Fue el peor día de mi vida, me acordaré siempre de ese MALDITO VIERNES.
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