Una tarde cualquiera.
Como todos los días mi madre me mando a comprar, y como siempre no quería ir a comprar. Pero gracias a dios que ese día si fui como una tarde cualquiera salí de mi casa con el dinero y la bolsa, me recorrí la tienda de arriba a bajo de derecha a izquierda pasillo por pasillo, aunque yo ya sabía en que pasillo estaba lo que estaba buscando, un pasillo antes de llegar al que tenía que ir, vi a una chica morenita de piel, de pelo negro, y flaca, iba con un chico muy parecido a ella , pero él era más alto más moreno que ella, y de ojos marrones claro.
No me lo podía creer cuando los vi, era imposible que fueran ellos, pero estaba claro que se parecía muchísimo, a aquellos que tanto echaba de menos. Para salir de duda me acerque, y mis dudas se resolvieron, eran ellos, inconfundibles, me acerque y los salude eufóricamente. Les pregunte que, que hacían por aquí, por esta isla, me dijeron que era el cumpleaños de la abuela y que habían venido a pasar el fin de semana con ella.
Enseguida llame a mi padre, a ver si se podía salir con ellos ese mismo día, al principio le costó dejarme pero al final me dejó, así que quedamos en una cafetería para tomar algo, y hablar de como nos había ido la vida en el largo tiempo que no nos habíamos visto.
Yo me fui a mi casa y ellos a la de su abuela, poco después estábamos en la cafetería, hablando de todo lo que les había pasado, y me dijeron que tenía que ir yo a verlos a ellos a su casa, no estaba segura de que mis padres me dejarán. Así que cuando terminamos de merendar, fuimos y hablamos con ellos, ellos tampoco estaban seguros si dejarme ir, pero al final me dejaron y al fin de semana siguiente fui. Y por una vez no me arrepentí de a ver ido a comprar.
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