Esta noche hable contigo y sentí una alegría tan grande, que el corazón casi se me salía del pecho. Sin embargo toda charla siempre tiene un fin... y la nuestra terminó. Tuve que volver otra vez a mi rutina de soportar que no eres correspondida, de extrañarte a cada segundo, de recordarte en cada canción, de sobrevivir sin ti. Aún así, le agradezco a la vida poder sentir esto que todos dicen sentir pero que muy pocos lo sienten verdaderamente, este es el sincero...
Me dijiste que tu vida marchaba muy bien, que incluso tu hombre había dejado de ser un idiota, y mientras lágrimas recorrían mis mejillas, aprovechaba que no podías mirarme para decirte que te deseaba lo mejor para tu vida, pues aprendí a no ser egoísta... He luchado tanto por ti, que ya fuerzas no me quedan ... solo me queda una esperanza pequeña y rota, que al fin y al cabo resulta ser el motor de todo mi ser. Te he amado, te amo, y voy a amarte incluso hasta después de mi último aliento... en el más allá desde donde nos protegen nuestros ángeles.
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