Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



Por último, escribe o pega el texto en el cuerpo del mensaje.



¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

El Citopeco. Ángel Díaz Hernández. Gran Canaria.

Aquella noche, eran como las tres de la mañana, y seguía yo en mi cama. Dentro de unos días me esperaba un examen muy importante en el que me jugaba pasar de curso o no pasar. Estaba muy estresado y el examen era difícil. No podía dormir. De buenas a primeras, me quedé dormido, no me dí cuenta. Empecé a soñar, y como no, con el examen. Mi sueño fue un tanto peculiar a la vez que fantasioso. Soñé que de camino al instituto, por la mañana, rondando las ocho menos veinte, se me apareció una persona vestida de colores alegres y poco inusuales. Se trataba de una especie de Hippie. Sin comentarme absolutamente nada, me dejó una cajita con una nota atada por fuera con una pequeña cadenita. No me detuve mucho en observarlo ya que estaba preocupado por el examen. Entre en clase y me olvidé de todo en las tres primeras horas. En el recreo, justo una hora antes del examen, me puse a estudiar, aunque me distraía demasiado. A punto de tocar el timbre, me acordé de la cajita y me fui al baño y la abrí. En la cartita de afuera ponía en grande "CITOPECO". Una palabra insignificante, pero que nunca había escuchado. Abrí la caja y en su interior, había un trozo de granito con forma de C. Y una pequeña dedicatoria debajo ponía: Todo lo que quieras lograr, lo lograrás. Solo tienes que poner tu dedo índice sobre esta C y pronunciar lo que quieres conseguir. Me hizo mucha gracia leer aquello. Pero como estaba nervioso y necesitaba un gran milagro para aprobar, puso mi dedo índice sobre la C y pronuncié: Quiero aprobar el examen. Tenía el presentimiento que no iba a funcionar. Entré al examen y de repente, todas las ideas entraron en mi mente como si hubiera estudiado y me lo supiera todo. Aquello me empezó a mosquear. Terminé el examen muy contento, pero a la vez preocupado. Unos días después la profesora va a repartir las notas. Justo cuando de su boca estaba a punto de salir mi nombre, me despierto. Al despertarme me di cuenta que todo aquello era un sueño. Me deprimí considerablemente. Todo aquello del citopeco era una falsa. En definitiva, no iba a aprobar el examen.

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