Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

miguelangelguelmi.escribe.narramos14@blogger.com



En el "asunto" de tu correo escribe el título de tu composición, tu nombre y, si lo deseas, tu lugar de residencia. Ejemplo:





La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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¡Y RECUERDA! Cuida la ortografía y los signos de puntuación.



¡BIENVENIDOS!

No lo soñé. Ángel Díaz Hernández. Gran Canaria

Aquel día me encontraba en Montaña Blanca, cerca de la costa, en Tinoca. Me encontraba en una fiesta con mis amigos en lo alto de la montaña. Lo estábamos pasando pipa, hacia un sol espléndido, eran como las cuatro de la tarde. De repente el tiempo empezó a cambiar bruscamente. Las nubes cubrieron el cielo, y empezó a oscurecer muy muy rápido. Decidimos ponernos a cubierto, porque la lluvia se veía venir. Ya apenas a las cuatro y diez, era noche cerrada. Una enorme ola pasó unos kilómetros por nuestra derecha, mas cerca de Las Palmas. Otra aun mas grande se acercó a la playa de las canteras, y pudimos ver como arrasaba con todo lo que allí se encontraba. Solo veíamos cosas y cosas arrastrándose, y multitud de luces apagándose poco a poco. Entre todo, se oían los gritos de los habitantes de las casas colindantes al lugar en que nos encontrábamos, era aterrador. Todo aquel gran desastre ocurrió alrededor de media hora. A las cinco de la tarde, volvió la calma. Impresionantemente volvió a hacerse de día. Cuando volvió a salir el sol pudimos contemplar como estaba Las Canteras y sus alrededores. Un verdadero desastre. Los informativos se pusieron en marcha y se acercaron hasta el lugar de los hechos, habían muerto muchas personas, prácticamente todas las que vivían en la cercanía de la costa. Salió por la tele, en todo el mundo. Era devastador el paisaje que se mostraba en las imágenes. Toneladas de escombro en las que debajo habían cadáveres que no pudieron escapar en aquel momento. Era difícil de creer lo que había pasado. Una semana después de todo aquello, los geólogos no sabían porque había sucedido aquello. Era impresionante y la gente vivía con el miedo de que pudiera volver a pasar. Los familiares de los fallecidos estaban impotentes al saber que la naturaleza se había llevado a sus seres queridos. Todo aquello, puedo asegurar que no lo soñé.

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