En un día gris, en la niebla, caminaba el cazador por el campo en busca de su presa. Ese cazador se llamaba Rubén, un chico alto, moreno, y corpulento.
Andaba por los barrancos en busca de su presa, con la única compañía de su fiel perro Moro. Moro era un perro cazador, era un braco alemán, de color marrón y manchas blancas. De repente Moro empezó a ladrar como un loco, había visto la presa, enseguida Rubén se puso en guardia y quito el seguro de la escopeta, caminó sigiloso hasta el lugar donde estaba Moro Ladrando y de repente salió un conejo de entre los matorrales, Rubén lo encañonó pero era imposible ver al conejo tras la densa niebla. Resignado se fue a su casa junto a Moro pensando que mañana seria un mejor día para la cazeria.
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