En la madrugada del pasado viernes, mientras me dirigía hacia mi casa, contemplé que la puerta de casa estaba abierta. Mis padres no podían ser, pues estaban de viaje en la mítica ciudad de Toledo y nadie más tenía las llaves de la casa, por un momento pensé que había entrado un ladrón.
Entré en la casa sigilosamente, ninguna de las luces estaban encendidas, cada paso lo daba lo más silencioso posible para, si hubiese algún ladrón dentro, no me escuchara. Me dirigí hacia la cocina y cogí un rodillo para amasar pan por, si se diera el caso, poder defenderme. Busqué y busqué pero no encontré a nadie, vigilaba meticulosamente que todo estuviera en su sitio; después de registrar toda la casa y no encontrar a nadie, excepto yo mismo, me acordé que con las prisas me dejé la puerta abierta…. Vaya susto que me llevé aquel día.
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