Mi abuela siempre me contaba cuentos para dormir, pero una noche decidió contarme algo que había pasado hace mucho, mucho tiempo.
Cuenta la leyenda, que hace muchos años, un matrimonio y sus dos hijos vivían en un bosque apartado de la ciudad, dónde todas las noches la niebla tapaba su casa.
Una tarde como otra cualquiera, los dos niños estaban jugando a la pelota en el patio, cuando de repente un fuerte golpe de viento lanzó la pelota lejos.
Uno de los niños fue a buscarla. Se estaba haciendo de noche y la niebla estaba empezando a juntarse. El niño no veía nada, pero siguió caminando en busca de su balón.
A los pocos metros de donde estaba él, se encontraba un pozo abandonado y por supuesto el niño no lo sabía y calló dentro. Gritaba y gritaba pero nadie lo escuchaba.
Como no llegaba, su hermano se lo dijo a sus padres y ellos desalados salieron en su busca con varias linternas. Por más que buscaban, no se veía nada. Así estuvieron varios días y dieron aviso a la policía, pero con la niebla no se podía hacer nada. La familia decidió marcharse de allí, lo más lejos posible. No se supo nada más de ellos, y mucho menos del niño. Desde entonces nadie entra al bosque, porque dicen que en la entrada se ve el espíritu del niño jugando a con su pelota.
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