Me encontraba en las afueras de Madrid, en un pueblo llamado Centenares, estaba dando un paseo. Parecía todo tranquilo cuando pasé por la plaza mayor, los niños jugaban en el parque, las madres hablaban entre ellas, no me enteré de qué, pero se reían mucho, y los viejecitos daban de comer a las palomas. No había nada extraño, pero más tarde, cuando pasaba por las callejuelas, vi que todo era muy raro comparado con lo que había visto. Me sorprendió ver a pocas personas, no sé si llegarían a cinco, eso que era un tramo largo. Éstas estaban como de mal humor o enfadados por algo, la verdad es que aún no lo entiendo, de repente me topé con una tienda extraña, me llamó la atención. Cuando entré, supe que el local no era muy normal, di un vistazo a los artículos, luego fui al mostrador. No había nadie, al rato mientras estaba merodeando entre las estanterías, entró alguien. Creo que por inercia o por el susto, me agaché me escondí. Miré al individuo, vestía de una forma poco peculiar, llevaba una gabardina, un sombrero y unas gafas de sol. Parecía que quería pasar desapercibido, pero la verdad daba demasiado el cante. Seguía agachado y estaba mirándole fijamente, pronunció unas palabras, creo que era en latín, y se abrió una trampilla justo debajo de sus pies. Mi intuición no me había fallado, dejé pasar un rato para no vérmelas con el individuo, luego me dispuse a entrar por el pasadizo secreto. No se veía nada y hacía mucho frío, además , escuchaba unos cánticos al final del pasillo. Fui para ver que ocurría, cuando llegué al final, si que me sorprendí de verdad. Estaba en una sala en la que estaba iluminada por antorchas, y en las paredes habían armaduras erguidas con sus armas, me fascinó ver eso. Pero estaba concentrado en saber de donde procedían los cánticos, parecían venir de abajo por lo que supuse que se trataba de otra trampilla. Estuve como un loco buscando lo que iniciara dicha trampilla, hasta que se me ocurrió tirar de una espada de una armadura, tuve razón y pude continuar. Ya estaba muy cerca de los individuos que cantaban, se escuchaban muchas voces, por lo que fui más deprisa. Llegué a otra sala, se parecía mucho a la anterior, pero en esta se podía ver que había como un tipo de altar en medio, donde los que cantaban se situaban a su alrededor, estaban vestidos con túnicas y cada uno tenía un amuleto en la mano. Estaba escuchándoles pero di un mal paso y me detectaron lo único que se me ocurrió fue correr ya que me querían coger. Sería por la adrenalina pero nunca había corrido así de rápido. Huí de ese lugar y me fui otra vez al parque, donde todo era más tranquilo. No se que hacían allá bajo era su secreto, pero ahora también es el mío.
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