Lectores y escritores

En este apartado el protagonista es el lector y sus creaciones, EL LECTOR ESCRITOR, en su sentido más amplio; es decir, no sólo el lector de mis libros sino todo aquel que quiera enriquecer este rincón literario con sus textos. Envíalos a la dirección:

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La luz en la niebla. Pedro Márquez. Gran Canaria.



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Bajo la luz de una vela. Amanda Melián Santana. Gran Canaria

Bajo la luz de una vela



Era una noche lluviosa, como cada jueves, ambos, nos reuníamos en mi casa. Tanto él como yo pensábamos que no había nada mejor que una noche, sentados en el sofá, charlando, riendo, y sobre todo no había nada mejor que el chocolate, un jueves no era un jueves si este no nos acompañaba. Pero eso era lo de menos, lo que realmente me gustaba era su compañía, cada mirada, cada gesto, cada imperfección, cada manía suya. Realmente, todo esto lo hacía único. Él, soñador como ningún otro, siempre me contaba la misma historia, todavía he llegado a descubrir si lo hacía por divertimento, o porque solo sabía esa, en concreto, pero me encantaba. En ella, aparecían el chico y la chicas, perfectos, de esos pocos que quedan, que según medio mundo están destinados a permanecer siempre el uno al lado del otro. En ella, ambos se encontraban en la misma situación que nosotros dos, se reunían, hablaban, las miradas tímidas, las miradas furtivas, eran el plato principal. A pesar de que me encantaba, nunca la llegué a creer, no creía imposible que existieran el chico y la chica perfectos, por que, hasta ahora, no había nada sucedido nada en mi vida que pudiera demostrarlo. 
Poco rato después, a punto de terminar de contarme aquella historia, que me había traído más de un quebradero de cabeza, día tras día, noche tras noche durante meses, se fue la luz. Se hizo el silencio. Le llamé un par de veces, pero no contestaba, llegué a pensar que se había marchado, pero no era propio de él. Minutos después, pude percibir, un ligero rayo de luz que provenía del amplio y extenso corredor. Me asomé, era él, y para mi alivio traía consigo una pequeña vela.

Volvimos al salón, y de nuevo, nos sentamos en el sofá, la lluvia había amainado y apenas se podía percibir su sonido. Me percaté de que iba a volver a hablar, me acomodé, quería seguir escuchándole. En ese momento, cogió mis manos y me miró fijamente, me estremecí por completo. Sus ojos color café no se apartaban de los míos, bajé la vista, y en ese momento comenzó a hablar " ¿Sabes cuál es final de la historia?", no supe que contestar, estaba nerviosa, hasta ahora, nunca me había pasado esto. "Pues verás..." continuó, se acercó un poco más, podía notar su respiración. "...Si tu quieres te lo mostraré", no pude evitar sonreír y asentir.

Finalmente, noté como sus labios rozaban los míos; la lluvia chocando contra la ventana, su compañía y bajo la luz de una vela, quizás si podría empezar a creer en aquella pareja perfecta…

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