Tu destino
Siempre me has contado que ese hombre llegó una noche con la lluvia, que buscaba refugio, que iba empapado. Que te dio pena, que le dejaste pasar. Que maldita soledad la tuya. Que qué bien le quedaba el pelo mojado y cómo brillaban sus ojos al calor de la hoguera. Que parecía una buena persona y que una cosa llevo a la otra con el ruido de la leña quemar ,como único testigo. Que a la mañana siguiente, la lluvia había desaparecido. Y misteriosamente ese hombre que ya era mi papá, también. Y de nuevo, la sequía y la soledad de siempre hasta que nací yo nueve meses después. Que estabas muy contenta, que no cambiarías nada, que darías la vida por mí. Que las ausencias ya no fueron tan duras conmigo cerca. Pero me entra la duda cuando veo acercarte hacia la ventana, con el corazón encogido, en cuanto suenan los primeros truenos de una tormenta que no rompe, esperando la llegada de un imposible. Y aunque repites una y otra vez que sabes que ya nunca regresará, la ilusión se nota por un segundo, en tu rostro. Porque sigues creyendo en el destino, sigues creyendo que una noche de tormenta ese hombre tan misterioso pero a la vez el hombre perfecto , aparecerá y se te acabará la soledad que desde aquel día tienes gracias a ese hombre.
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