Caía la noche, yo andaba perdida entre las tinieblas y la densa oscuridad. Aquello que me sucedió fue tan extraño... No tenía palabras para describir lo sucedido. No me podía imaginar otra vez aquella sombra tan grande delante mía, o eso me pareció a mí, como si alguien me persiguiese.
Cuando ya estaba llegando a mi casa, me dí cuenta de que las llaves se me habían perdido, seguramente se me cayeron por el largo y asustadizo camino que anduve.
Tuve que volver a recorrer lo andado y a soportar otra vez el rápido latido de mi corazón. De pronto, ví mis llaves al lado de un gran árbol. Entonces me dí cuenta de que la sombra aquella tan grande era la de un árbol. ¡Qué susto me pegué!
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