Todos los sábados suelo ir al mercadillo con mi abuelo. Siempre tenemos que doblar la misma esquina en la que después nos encontramos con el mercadillo de frente. Desde siempre he ido al mercadillo con mi abuelo porque aparte de ser muy interesante ya forma parte de mi rutina de los sábados. Siempre vamos al mercadillo por la tarde ya que por la mañana yo juego con mi equipo de fútbol.
Mi abuelo empezó a enfermar de cáncer y los primeros meses seguíamos yendo al mercadillo juntos como si nada pero en el cuarto mes de su enfermedad al doblar la esquina se cayó al piso y yo preocupado empecé a gritar pidiendo ayuda. Debían operar a mi abuelo para extirparle el cáncer, esta operación era muy complicada por lo que no se sabía si volveríamos a doblar esa esquina juntos antes de llegar el mercadillo.
A la semana de haber operado a mi abuelo seguía en un estado crítico pero parecía que al fin se salvaría, y así fue mi abuelo se salvó.
Todos los sábados después de su recuperación cuando doblábamos la esquina me decía -¿Te crees que te ibas a librar de este viejo tan fácilmente?
Mi abuelo aunque ya era un poco viejo era un hombre muy fuerte y yo sabía que iba a sobrevivir al cáncer.
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