Te digo la verdad:
Eran las nueve de la noche, y todavía estaba en la calle, pensando, intrigado, molesto y preocupado por lo que ocurriría al pasar la hora que giraba al unísono en mi reloj, decían que el tiempo pasaba rápido, pero se equivocaban, sentía cada uno de los segundos pasar lentamente en mi oído Era una apuesta tonta, baahh, con un gato.
Llegué al punto en que quedamos, estaban todos, como siempre, sentados, jugando y riendo y hablando y pasando el rato como chavales que éramos.
Al llegar junto a ellos comenzamos la apuesta y, como era de costumbre la perdí, pero total era un gato, ¿qué me podría hacer un simple gato?. El gato se me sentó encima de mí, justo encima de mí y no sé por qué empecé a llorar, no me lo explicaba, pero así era, estaba llorando, no sabía por qué y, de pronto, BOOM, me caigo de la cama y me doy cuenta de que era una pesadilla, una asquerosa y sucia pesadilla, pero no pasa nada me levanto y vuelvo a dormir, soñé de nuevo con mis amigos, y según ellos a la vez que me desperté de la terrible pesadilla, en el sueño me había desmallado, no di crédito a lo que soñaba, pero ellos seguían afirmando que decían la verdad.
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