¡Me falta el aire!
Desde entonces solo recuerdo haberme dormido a la orilla de sus besos, tras el amanecer y arrodillada ante la vida. El frío era como fuego, que me quemaba lento... y yo me volvía débil. Débil ante los oscuros árboles y la felicidad, que fuerte gritaba mi nombre. No puedo decir que no lo amé, si en realidad, despertarme y saber que estaba realmente enamorada, era como morir viviendo. Y me mataba la mirada que brotaba de sus ojos, que reflejaban los míos llorar. Me comprendían. Sabían lo que quería, lo que llevaba buscando. No podía perder algo que había estado buscando toda mi vida. ¡Y podría decir que era la gloria humana! Sencillez de la naturaleza, fuego de agua, mar de vida. Tantas noches en sus brazos, tantos juegos y tanto fracaso; ¿dónde estás? No te veo ya. Y por un momento, la desilusión me dice que he dejado de volar. Caído bajo y fuerte. ¿Has olvidado que mi corazón estaba en tus manos? Y ahora a mil pasos de tus caricias... Se hace larga la distancia, y el día vuelve a ser día. Ahora, cuando ya no estás. No puedo decir que algo me falte, porque no es que me falte "algo", es que no me falta nada, si es que nada es todo.
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