Bajo la luz de una vela
Era 5 de marzo por la noche. Lucía, una chica de Londres, se encontraba en su casa bajo la luz de una vela, leyendo un libro. Sus padres habían salido al médico con sus hermanos pequeños porque Pablo le dolía la barriga y pensaban que podía ser apendicitis. Lucía esperaba por ellos para cenar pero al ver que no llegaban se preparó un tazón de leche caliente y un sándwich de jamón y queso. Después de comérselo se duchó y siguió leyendo. Al cabo de un rato llamó su padre y le dijo que Pablo tenía apendicitis y que su madre iba a llevar a Luis a casa porque tenían que operar de urgencia a Pablo. Cuando llegó su madre le dijo que tenía que darle de comer y duchar a Luis antes de acostarlo y se fue. Lucía hizo lo que le dijo su madre y le contó un cuento porque no se podía dormir. Cuando se durmió Lucía siguió leyendo su libro, el cual era muy interesante. Se quedó dormida un poco después. Al despertar se encontró a sus padres en el salón sin su hermano. Ella se asustó y preguntó por su hermano. Su padre le dijo que pablo se había quedado en coma debido a un fallo en la operación, lo cual era muy raro. Lucía quería ver a su hermano pero su padre le dijo que irían al siguiente día. También le aclaró que los médicos no daban esperanzas de que despertara. Al día siguiente fueron al hospital a visitarlo y dejaron a Luis con su abuela. Los médicos decían lo mismo que el día anterior.
Desde entonces Lucía visitaba a su hermano todos los días que podía y siempre le llevaba rosas. A Lucía le parecía raro que su hermano se hubiera quedado en coma solo por una operación de apendicitis así que empezó a investigar. Al cabo de tres años descubrió que su hermano se había quedado en coma por una negligencia médica. Ella se lo contó a sus padres, demandaron al médico y éste acabó en la cárcel algunos años.
Los padres de Lucía habían estado ahorrando para llevarse a Pablo a Houston. Cuando ahorraron lo suficiente se lo llevaron. Allí permanecieron un año. Lucía recibía llamadas de sus padres durante los primeros ocho meses en las que le decían que Pablo parecía mejorar pero los últimos tres meses no recibió ninguna. Cuando Lucía estaba decidida a ir a Houston llegaron sus padres con su hermano. Él estaba totalmente curado pero con algunas secuelas. Lucía no se lo podía creer.
Desde ahí Lucía aprendió a valorar la vida y a disfrutar de sus hermanos.