El mar.
Mientras los rayos del sol me acariciaban, escuche los susurros de las olas intentando llamar mi atención.
Gritaban y sin embargo mis oídos solo eran capaces de captar un susurro lejano, el de los miles de recuerdos que se pisaban por volver. Siempre tuve la facilidad de guardar en mi memoria pedazos de mi propia historia para luego olvidar, pero hoy sentada en esta arena que lentamente va quemando mis pies, puedo traer a la vida los relatos más tristes y más felices que este mar ha presenciado y que puse en la cola de "cosas para olvidar"
Apreto mis pies fuertemente contra la arena caliente y mis ojos luchan contra la luz del sol para no llorar. No es el dolor de la piel quemada lo que me hace daño sino el ruido de las olas que rompen descaradas en la roca recordándome que lo que creía olvidado sigue conmigo y que volví esta vez sola al mismo lugar.
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