Y allí estaba yo, acostada sobre la arena.
La arena de aquella playa que se asemejaba al paraíso.
Estaba tan feliz de estar allí, llevaba meses deseando que llegase el verano
para volver a disfrutar de las olas, de ese olor a mar.
Me levanté ensimismada en mis pensamientos, me acerqué a la orilla
y lo vi.
Allí estaba el.
Recuerdo como iba vestido el verano pasado cuando le conocí.
Me emocioné al pensar que estaba allí por mi, pero no fue así.
Me fijé bien y al lado suyo había una chica.
Una chica muy alta.
De repente, todo se tornó oscuro, ya no veía el sol, ya no encontraba el horizonte.
Me metí en el agua y olvidé.
Acabo de despertarme, todos los que están en esta habitación dicen conocerme,
pero no es cierto, yo no los reconozco.
Solo recuerdo aquel mar y como aquellas olas arremetían contra mi.
Cuando navegamos sin timón no podemos elegir el puerto al que queremos llegar, pero JAMÁS olvidaré aquellas olas arremetiendo durante la travesía 111
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