Como cada día despertó cargada de melancolía,
Angustiada, por ese dolor que la perseguía,
Que la consumía, que se la comía…
Atrapada, sin saber cómo pararlo,
Como matarlo o disfrutarlo,
Como apartarlo, arrinconarlo en el cuatro…
(O tal vez en el cinco)
¿Importaba el número acaso?
Como cada día despertó cargada de desesperación,
De frío, de calor…
Desesperada, sin saber cómo arrancársela,
Cómo extirparse esa astilla,
Esa aguja,
Que le recordaba cada día que no es dueña de su vida;
Que no le pertenecían sus días,
Su infancia, sus recuerdos,
Todo desaparecía sin permiso,
Todo, por culpa del tiempo.
Su mundo se desvanecía…
Ni siquiera era dueña de su miedo,
Y mucho menos de sus pensamientos…
Como cada día despertó, hoy viernes, tocaba frustración.
-"¿Viernes? ¡Qué importaba…!"
Ni siquiera distinguía los días…
Solo sabía que ese era el momento de la frustración,
De conocer el porqué de su agonía,
De saber que lo importante son esas manecillas,
Que giran y girar sin parar,
Ese "tic-tac" inmortal que no le deja respirar…
Como cada día despertó sin saberse aún joven o vieja…
¿Cuánto tiempo pasó desde que dormía?
Un año...¿tal vez dos? No lo sabía…
Solo era esclava del tiempo,
Que la humillaba sin escrúpulos, sin miramientos,
Que la sometía a la tortura de saber que la vida
Solo era un préstamo,
Que cada minuto tenía un interés,
Que cada año tenía el coste de un mes…
Que se equivocaba cuando pensaba
Que no importaba si eran la una, las dos, o las tres.
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