Aquira entró en la cueva, y al momento, regreso con dos grandes colmillos de un antebrazo de longitud cada uno, goteando una mezcla de sangre, saliva y veneno.
Cogió dos trapos de una de las cestas, colgadas a las grupas del caballo; y los envolvió con sumo cuidado, evitando rozar los colmillos con los dedos.
-Maestro ya he terminado con esto, ahora, ¿qué debemos hacer?-
-Ahora debemos marchar hasta donde el mar deja de ser mar y se convierte en tierra, luego, debemos cabalgar durante dos semanas dirección noroeste, y habremos alcanzado nuestro destino- Le contestó el Brujo.
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