Cual gran día fue aquel, en el que nos conocimos.
Un torbellino de ilusiones y esperanzas, bullía por todo mi ser.
Conmovido por la codicia, yo enfrente a ti me postré, sin poder hablar siquiera, algo en ti yo cautivé, con tus grandes ojos azulados, una sonrisa me regalaste.
Mientras atónito te observaba, tu gracilmente te sonrojabas.
El tiempo se detuvo, tú y yo, yo y tú, cruzamos nuestras miradas.
Entonces con pasmosa lentitud, te dije:
-Hola-.
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