Si la vio fue por casualidad, porque él no quería verla. Ella le habló un poco y después se marchó.
Cuando Manuel llegó a su casa intentó terminar la mesa que estaba construyendo, aunque le resultaba difícil. Era tal la dificultad que su hijo vino a ayudarle. Solo tardaron cinco minutos en terminarla.
Después de terminarla a Manuel se le ocurrió una idea: invitar a su desagradable vecina a una comida en su casa para estrenar la mesa. La llamó por teléfono y se lo dijo. A Patricia, que así se llamaba su vecina, le pareció una gran idea por lo que rápidamente se preparó y se marchó a casa de Manuel.
Cuando acabaron de comer se fueron con los dos hijos de Manuel a la playa. Se pasaron el resto del día allí y volvieron a sus respectivas casas. Después de ese día, Manuel y su vecina se reconciliaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario