Aquella noche llovía. Noche de tormenta, noche de lluvia. El cielo estaba enfadado con el destino.
Aquel día durmió lo que pudo, unos cuantos minutos y luego se despertaba sobresaltado. Aquella noche durmió con la luz encendida, el cielo le quedaba grande. Aquella noche estaba deseando tener pesadillas, porque seguro que serían mucho mejor que la vida. No se lo pensó dos veces, cogió, se levantó, se lavó la cara, se puso su mejor ropa y se fue a dejarse la piel bailando. Otra vez su mejor amiga, ahí estaba, incondicional. La de los acordes, la que se limita a meterse dentro de ti... la música.
Aquel día durmió lo que pudo, unos cuantos minutos y luego se despertaba sobresaltado. Aquella noche durmió con la luz encendida, el cielo le quedaba grande. Aquella noche estaba deseando tener pesadillas, porque seguro que serían mucho mejor que la vida. No se lo pensó dos veces, cogió, se levantó, se lavó la cara, se puso su mejor ropa y se fue a dejarse la piel bailando. Otra vez su mejor amiga, ahí estaba, incondicional. La de los acordes, la que se limita a meterse dentro de ti... la música.
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