Erase una vez, en un jardín de infancia, donde todos los niños se divertían Todos los días a las seis de la mañana, llegaban y sin ninguna lágrima entraban, y se despedían dulcemente de sus papas y mamas y le deseaban una buena mañana.
Pero un día eso cambio, tras haber aparcado un coche delante de la guardería, un niño muy guapo pero un poco perezoso se bajo y poniendo un pie en la puerta comenzó a llorar, eso parecía muy extraño, ya que todos los niños que iban llegando y los que ya estaban se extrañaron, de la situación, pero una preciosa niña de dos años lo ayudo a tranquilizarse.
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