En invierno, yendo hacia la cumbre con cuatro amigos en el coche que cogimos prestado a la madre de Kilian sin pedírselo. Kilian no hizo más que decir que su madre lo mataría.
El paisaje estaba recubierto por una niebla muy espesa, y era casi imposible divisar la carretera. Para nosotros era una aventura prohibida, sabiendo que nos esperaría un castigo monumental , pero aún así queríamos acampar y disfrutar de la naturaleza, y apartarnos de las tecnologías que nos rodean y nos tienen hipnotizados.
Fuimos un día de trabajo, así que no había mucha gente, esto nos facilitó poder quedarnos sin problemas. Sí, no fuimos al instituto, somos un desastre, pero necesitábamos desconectar un poco.
Esa noche la pasamos de fábula, con algunos fallos de luminosidad y calentamiento, pero nosotros nos lo buscamos. Al día siguiente al llegar a casa de Kilian concluyendo nuestra aventura, había una sorpresa esperándonos.
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