Me miras.
Suspiras.
Te miro.
Sonrío.
Me besas.
Sonrojo
Vuelvo a sonreír,
Y es que son tan diáfanos esos espejos del alma a los que llamamos ojos.
Como cada atardecer debes marcharte,
Odio ese momento de despedida.
Me queda el leve consuelo,
Y es que; aunque nuestros cuerpos estén distantes,
Nuestras almas singuen unidas.
Las zarpas del deseo me hieren la piel,
Mi corazón quiere echarse a correr.
¡Cuánto es que te anhelo!
Aún no te has ido, y mi corazón ya te empieza a echar de menos.
Me besas.
Te beso.
¡Oh no! El momento ya ha llegado,
Me dices adiós
Tu corazón y el mío se van cada uno por su lado.
Mandó tu voz,
Y una lágrima acarició mi mejilla.
Desapareces entre los castaños.
Susurro tu nombre en silencio,
Desearía, estar soñando.
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