Estaba escuchando a mi cantante favorita en la radio, Miley Cyrus. Acostada en la cama observando las ligeras nubes blanquecinas del cielo de verano, cuando de pronto mi madre entró en mi habitación.
-¡Cuántas veces te he dicho que tengas la habitación ordenada!
-¿Y yo cuántas veces te he dicho que no entres en mi habitación?
-¿Y crees que eso es una excusa para tener las pinturas de uñas tiradas por la alfombra?
De repente, mientras discutía con mi madre, se oyó un ruido en la cocina. Bajamos, y curiosamente estaba mi caja de lacasitos que de pequeña mi padre, ahora desgraciadamente muerto, me había regalado, abierta.
Y eso no fue todo, al quedarnos calladas durante un minuto, oímos un estruendo procedente del establo. ¡Era imposible que fuese el caballo de mi padre, pues había muerto junto con él!
Salimos en busca de esa misteriosa alma que había provocado todo ese desorden, pero la búsqueda fue fallida. Lo único que encontramos fue la tapa de la caja de lacasitos y el olor del aromático perfume de mi padre. Desde ese día no han dejado de pasar cosas extrañas…
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